El intendente marplatense, Guillermo Montenegro, no llegó al asado del lunes a la noche en Cariló, al que había sido invitado por el dueño de casa, Cristian Ritondo.
Tampoco asistió María Eugenia Vidal, quien no obstante se encontraba en Pinamar. Luego del mismo, el jefe de Gobierno de Ciudad de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta dio positivo de coronavirus y permanece aislado.
Montenegro no pudo eludir sus compromisos de gestión, para ser parte de esa tenida política, que suma tensiones en el arco político nacional. En el PRO definen cómo jugarán con respecto a Mauricio Macri.
El ex presidente retoma paulatinamente una reinserción política, en la línea más dura del PRO que se enrola en Juntos Por el Cambio, pero Montenegro debe hacer malabares con un híper complicado mandato, que lo obliga a mantener la moderación, frente al duro oficialismo nacional y provincial.
En el clima que alberga a políticos y periodistas especializados en el tema en CABA, a Montenegro se lo ha dado en llamar la “figurita difícil”, en estos encuentros que ya son de neto dominio electoral.
Está en juego el armado de listas ¿con o sin PASO? de concejales y legisladores de la V Sección Electoral, y en ese aspecto algo tiene para decir el jefe comunal, es institucionalmente el mayor exponente político de General Pueyrredon, pero la complejidad de Mar del Plata no permite compartir gestión con acción política.
Asimismo, su calidad de liderazgo tampoco se puede evaluar, en un contexto tan desfavorable.
Espanta imaginar que los tres años que restan de este periodo de mandato (sino opta por la reelección), puedan resultar más difíciles que el 2020 y esta semana que apenas consumió 2021.
Por estas horas se convertirá en el eje de la política nacional, cuando deba interpretar el decreto de nuevas restricciones horarias al turismo, y será el vocero de la ciudad turística más importante del país, en virtual estado de rebelión de comerciantes gastronómicos, hoteleros y del espectáculo.
Los mismos ya se han pronunciado rechazando cualquier tipo de limitaciones en su actividad, ya que están al borde la quiebra, luego de soportar 11 meses que llegue el enero más deseado.
Otra verdadera prueba de fuego para Montenegro, quien también debe atravesar (después de AF) la impronta siempre creativa en modo Kicillof, a los términos del decreto presidencial. Otro capítulo abierto de una agenda saturada de desafíos.
