Operación Simulacro en fase 2. El misterio que se prolongó tuvo un final que responde a la lógica. No salió a comerse la cancha sino que cuidó el equilibrio que produce un sensible vacío político en la ciudad, obedeció a exhibirse equidistante de Patricia y Larreta. Había que mostrarse en modo prescindente para no ganarse el enojo de nadie. Y obtener la venia para sumar para los dos excluyentes candidatos del PRO a la presidencia.
Con los motores en marcha. El intendente Guillermo Montenegro cuidó un detalle que no pasó desapercibido. Alejó cualquier duda, muy alentado por su familia, ante los rumores que señalaban de un desacuerdo conyugal sobre la conveniencia del afincamiento en la ciudad más linda del país, eventualmente por otros cuatro años. Estaba todo dado, luego de agotar otras instancias que lo mantuvieran más arriba del escalafón político, por ejemplo laudar entre Santilli y Grindetti, o llegar a vice en La Plata a como dé lugar. Un salto que no llegó y se fue apagando cuando expiraba el plazo.
Músculo en la interna del PRO. Viene desde las inferiores batallando con la mochila del PRO, hizo todas las divisiones: Comodoro Py, Ministro de CABA, Embajador en Uruguay, diputado nacional y endosado intendente de su ciudad natal en 2019. El plan era otro, la hoja de ruta también tenía otro plan A, el GPS marcaba una escala en la MGP para ir como el one de la provincia en La Plata. No le dio la nafta, en el último mojón se rindió y desembaló el equipaje para ir por la fase 2 del simulacro político, repetir en su segunda ciudad en el mundo, la primera es San Isidro. La estrategia y la táctica utilizada fue la correcta, propia de un mundano de la política. ¿El resultado? Habrá que ver quién cobra y quien no cobra cuando la lapicera arme las listas. La demanda y los compromisos desbordan.
No se abrió la ventana esperada. Ya que estamos en tren de simulador hay que despejar bien todas las dudas. Con imagen positiva del 60 %, voto esporádico del 42 % y 100 % de nivel de conocimiento, guarismos envidiables si los hay. Con la oposición desperdigada armando los retazos con engrudo, y con el colmo de sus socios políticos corriéndolo por derecha y por izquierda, tratándolo de irresponsable en su papel de parte de una construcción colectiva. El último desvío lo dejó nuevamente con la chance de alquilar (lo que no es poco en esta época) en Yrigoyen 1627, o en el COM como más le guste, pero que no sea acting.
El mismo menú y con polenta enfrente. Manino Iriart (ahora el rey de la polenta) ha sido invitado a participar. La discriminación no le funcionó y el mañoso armado en la última interna del PJ lo encontró abrazado con la estructura municipal de Montenegro. Fueron aliados en la rosca para desbancar a Fernanda Raverta. Los encontró el mismo camino del “albertismo” que consumieron desde la cuarentena eterna y de los recursos que provienen del Correo Central. Manino es Scioli, es Aldrey, también fue Karina Rabollini y ahora no están los costillares de Samid, quien juega en La Matanza con Guillermo Moreno y Luis D´Elía. Tiene unos días para ir para su decisión de ir a competir (si puede) o negociar algún lugar a salir, vaya a saber en qué lista. Complicado el futuro para seguir viviendo de la política.
Milei hizo la suya y se recluye en Mar del Plata. Así como subió, cayó, la esperanza blanca de la política argentina parece haber concluido con momento de apogeo y ha entrado en el perigeo de las expectativas nacionales. Así lo reflejan los magros resultados electorales que recolectan sus referentes en las provincias que celebran elecciones anticipadas. El merchandising político no ha funcionado a la hora de la verdad. Y en Mar del Plata, la experimentada Juliana Santillán ha quedado reducida a un casting que no prospera y sólo avanzó con un candidato de LLA que no alcanza a tomar mediciones de nivel de conocimiento que lo posicionen. Es decir que todo queda reducido al feeling y la empatía de Milei con el hartazgo de la gente, es un mano a mano que no encuentra interlocutores en la vasta geografía nacional, y por lo que se observa en la latitud marplatense, no despierta demasiado énfasis. El propio Milei ha llegado a desconocerlos o desautorizarlos para competir bajo su sello en reiteradas oportunidades en varias provincias. Cuidado con el humo, si fue un experimento, que no aparezca otro Frankestein. Haber embocado el diagnóstico de la casta política no es un crédito eterno en un país donde no se llega al pan y la leche. Es una situación mucho más delicada.