El lunes 18 de abril no fue el lunes esperado para el intendente Guillermo Montenegro, a tal punto que a las 08.30 en Colón y Arenales hablaba por teléfono mientras conducía hacia Libertad e Yrigoyen. Muy posiblemente, para quienes lo observaron estaba poniéndose al tanto de los últimos detalles de las profanaciones y hechos vandálicos ocurridos durante de los días de Semana Santa. O tal vez lo informaban sobre el desborde que produce una atención no adecuada en el edificio donde funcionan los Juzgados de Faltas.
Debió haber dicho manejamos mal ya que no es recomendable el uso del teléfono celular mientras se conduce, como tampoco lo es alentar y propiciar la instalación de un sistema de fotomultas, a través de un convenio que ya fue rechazado en el Concejo Deliberante. Son abrumadoras las exposiciones sobre el rechazo, que cuenta ese negocio multimillonario para contratistas ajenos al ámbito de Mar del Plata.
No obstante es pertinaz el intendente en este cometido, como lo ha sido a través de su desempeño en la función pública, donde revista como un abonado a las contrataciones directas, sobreprecios e indulgencias en el sistema de compras que rigen en la administración pública.
Ya obran antecedentes cuando procedió al armado de la policía metropolitana, burlando controles en la adquisición equipamiento diverso, como cámaras de vigilancia, armamento y móviles blindados, como consta en diversos casos, como diera cuenta en su edición de ayer el diario Clarín. Nadie asegura en Mar del Plata, que las fotomultas no constituyan un nuevo caso que tengan esa raigambre, sino todo lo contrario.
El convenio elevado para ser aprobado, contempla una recaudación cuyo impacto podría aliviar el asfixiante estado presupuestario de la MGP, aun cuando la misma percibe un magro porcentaje en función de los ingresos que se llevan la UNSAM y la proveedora del sistema. No cierra por ningún lado.
Por otra parte también se sabe que el mismo está en funcionamiento y de hecho producen ingresos a la municipalidad, aunque no esté aprobado por el Concejo Deliberante, que aparece como expectante, mientras se habla de transparencia. Ajeno a esos resultados, el intendente salió ayer con los tapones de punta para pedir por la fotomultas. Hay voluntades que se saben conversas y suelen ser andar en compañía de inescrupulosos.
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