Este sábado y domingo volverá a la ciudad una de las mejores obras -si no la mejor- que pasó por la última temporada de verano en la ciudad: Rose. Interpretada por Beatriz Spelzini, con dirección de Agustín Alezzo sobre un texto de Martin Sherman, se verá a las 20:30 en la Sala Nachman del Teatro Auditórium (Boulevard Marítimo 2280).
Reencontrarse con este espectáculo es algo que debe agradecerse. Quienes las vieron, podrán revivir la vida de esa mujer que atraviesa todo el Siglo XX con singular altura. Quienes no pudieron verla, es la oportunidad de hacerlo: raramente, es uno de esos espectáculos donde la crítica y el público logran unirse en la opinión.
Rose es un unipersonal centrado en la vida de una mujer judía que nació en una pequeña aldea de Ucrania a principios del siglo XX y termina sus días en Miami Beach, como dueña del hotel más famoso de esa zona, en este siglo XXI. Puntuada por algunos toques de humor, es básicamente un gran drama sobre los vínculos, ya sean afectivos, sentimentales, sanguíneos, genéricos, patrióticos, religiosos.
La vida de este personaje está atravesada por la guerra y el dolor, además de la pérdida. Además, mujer incomprendida: sufre el hecho de ser judía por la discriminación de la que fue víctima, pero además por los propios males que su comunidad ejerce sobre los palestinos: Sherman, desde el texto, baja una sutil línea sobre la necesidad de la tolerancia.
No estaría bien hablar de la obra y no destacar dos elementos indispensables para que todo sea tan bello y maravilloso: primero, la dirección de Alezzo, que construye el drama de manera progresiva, con escaso movimiento en la puesta, pero con marcaciones precisas y justas; y Spelzini, en una actuación consagratoria, de esas que nos marca cuáles son los verdaderos artistas y cuáles aquellos que bailan en la tele. Imperdible.
Leé una crítica: www.mdphoy.com/oficio-de-sobreviviente-14303/