Cuando esa mañana Gimena Alvarez (29) abrió la puerta de su casa en la ciudad de Calamuchita, provincia de Córdoba, para sacar la basura, jamás pensó la imagen con la que se iba a encontrar. Echada al costado de un contenedor, una mestiza de color blanco de aproximadamente un año, estaba tan débil y desnutrida que apenas tuvo la fuerza necesaria para levantar la vista y reconocer que en ese mismo momento su vida iba a dar un vuelco inesperado.
Sin perder tiempo, Gimena tomó un par de frazadas y la cobijó entre sus brazos mientras se dirigía a la veterinaria Flora y Fauna, donde los esperaba Luis, su médico de confianza. Allí pudieron constatar que la perra efectivamente era una cachorra y que necesitaba recuperar peso e iniciar un plan de desparasitación y vacunas. Pero lo que más les llamó la atención fue que el animal tenía collar y chapita identificatoria. “Nuestra idea fue transitarla en casa para que se recuperara y devolverla a sus dueños. La publicamos por todas las redes sociales, golpeamos las puertas de todos los vecinos, hicimos contacto con grupos de Whatsapp del barrio pero nunca apareció nadie. Nuestro problema era que en ese momento vivíamos en un departamento y ya teníamos otros tres perros. Así que realmente se nos complicaba tenerla, especialmente por un tema de espacio”, recuerda Pablo Tabor (27), el esposo de Gimena.
Pero pasó el tiempo, nadie la reclamó y la evolución de Mulán-como la habían bautizado- había sido tan positiva que decidieron ajustar el espacio y el presupuesto y adoptarla. De a poco, la perra comenzó a salir con la manada a dar paseos y, más adelante, el matrimonio se animó a llevarla a correr. Gimena ya competía en dryland(un deporte federado que se practica sobre caminos o senderos de tierra con perros que corren tirando de personas, bicicletas scooters o trineos), así que aprovecharon la energía que Mulan mostraba, para que pudiera descargarla en el deporte. “Mulán era una perra que no podia ver niños, gente jugando, bicicletas o personas corriendo. Todo para ella era una presa, al punto de quedarse sin voz de tanto ladrar y hacer fuerza. Básicamente era incontrolable”, asegura Pablo.
Pero no se dieron por vencidos. Aunque tenían miedo de que la perra mordiera a alguien, siguieron con el plan de salir a correr. “Un día decidí ir al Valle de Calamuchita a entrenar, busqué un lugar donde realmente tuve la seguridad de estar solo con Mulán y corrimos juntos 5k a pura adrenalina. Todavía se me pone la piel de gallina al recordar ese momento. Yo tenía ganas de vomitar de la velocidad que habíamos alcanzado. Pero ella estaba feliz y su mirada había cambiado”.
El binomio fue por más y, con sed de aventura, Pablo se animó a salir con su bicicleta y Mulán. “La disciplina se llama bikejoring y fue un desafio para mi, ya que nunca había entrenado mountain bike. Pero en el afán de querer disfrutar más momentos con Mulán y ver realmente si a ella le gustaba, decidimos probar. Una vez que arrancamos, ella no para de correr. Y nos reímos en casa porque yo agarro la bici para salir a entrenar y Mulán no deja de ladrar hasta que le digo que venga conmigo”.
Mulán y Pablo entrenan juntos. Tienen días en los que salen a correr, otros en los que usan la bicicleta pero también están las jornadas con trabajos de propiocepción canina y órdenes de comando. La felicidad y sensación de bienestar que Pablo y Gimena lograron junto a su manada los llevó a mudarse a una pequeñita localidad del Valle de Calamuchita que se llama El Parador de la Montaña. Allí pueden tener a los perros en lugares descampados y entrenar siguiendo un plan. Porque, además de competir en torneos locales y lograr podios en su categoría, Mulán y Pablo clasificaron -junto a otros once binomios argentinos- para el Mundial de Dryland (IFSS World Championchip Dryland Sweden) que se realizará en octubre de este año en Suecia. Argentina tiene su seleccionado que participará bajo el ala de la Asociación Argentina de Canicross(CANRUN) y representará al país en las frías tierras suecas en varias disciplinas.
“El viaje y la clasificación al mundial en Suecia es realmente un sueño, sobre todo cuando miro para atrás y me acuerdo de esa perra desnutrida que encontramos en el tacho de basura. Y hoy, gracias al deporte, veo una perra que fue rehabilitada física y psicológicamente. Estamos en la búsqueda de patrocinadores que puedan ayudarnos a los 12 que formamos el seleccionado para poder realizar este sueño. Nuestra vida gira alrededor de los perros, porque estamos seguros de que todo ese amor que nos devuelven los perros nos mantiene el alma calentita”.