Fue un papelón inolvidable. Un bochorno protagonizado por gente que evidentemente no sabe o no tuvo en cuenta que el fútbol tiene como destinatario el público. La falta de comunicación fue grosera y la desprolijidad afectó también a los jugadores. Ellos, los protagonistas, estuvieron dentro del vestuario durante una hora mirándose a las caras sin saber lo que pasaba.
En algún momento les comunicaron que tenían que salir a jugar dos o tres minutos que el árbitro iba a adicionar y que nunca habían sido mostrados en el cartel mientras estuvieron en cancha, vale puntualizarlo, porque el gol de Argentina fue ya excedidos los 15 originales de descuento y en ningún momento el cuarto árbitro levantó el cartel para corregirlos.
Entre los jugadores argentinos y marroquíes se habían puesto de acuerdo para no salir por una cuestión de seguridad, dado lo que había ocurrido, pero la decisión estaba tomada.
Esto golpea fuerte. Al VAR, a la conducción de los partidos por parte de algunos árbitros impresentables y también al fútbol en lo que representa dentro del olimpismo. Justo este martes, Michel Platini dijo que el fútbol no es un deporte olímpico, generando una gran polémica en Francia.
No es nueva esta discusión, dado que de este certamen participan algunas figuras pero no son tantas y los técnicos tienen restricciones para armar sus seleccionados dado que pueden contar solamente con jugadores sub 23 y hay un cupo para tres mayores. En definitiva, algunas de las figuras que llegan son las que terminan realzando el fútbol de los Juegos.
Esto expone que acá hubo un amateurismo absoluto -en el peor de los sentidos-, una desprolijidad impresentable y que los organizadores no estuvieron a la altura. Pero la verdad es que nada de lo que se pueda decir dimensiona lo que sucedió en ese rato. Las palabras terminan siendo parte de frases vacías o repetitivas entendiendo que todos coincidimos en que fue un papelón olímpico.