Acalambrado y con el corazón, Juan Martín Del Potro hizo lo impensado, ya que la mañana del domingo comenzó complicada y de a poco las ilusiones se apagaban, con un tremendo Marin Cilic (34 aces) y derechas que se clavaban como agujas en cada línea de una cancha que con el correr de las horas ganaba en intensidad. El tandilense pudo revertir el juego con el alma y sin un revés competitivo fue (6-7, 2-6, 7-5, 6-4 y 6-3) contra todos los pronósticos, ni siquiera el más fanático presagiaba un triunfo y lo imposible sucedió.
La torre de Tandil bancado por los casi 4500 hinchas argentinos que se apostaron en Zagreb, revirtió dos primeros sets con más corazón que tenis, emulando a Nalbandian con Marat Safín en la final con Rusia o porque no a Agustín Calleri cuando en tierra batida y de visitante, barrió de la cancha al número uno por aquel entonces y un especialista en la materia: Juan Carlos Ferrero.
Del Potro le devolvió la vida a los fanáticos del tenis en un domingo que comenzó nublado y con probabilidad de lluvias pero de a poco comienza a divisar el sol para alumbrar ojalá a Federico Delbonis y de una vez por todas ganar la ensaladera más famosa, de visitante, y con un Del Potro épico.