El bueno, el malo y el feo pertenece al subgénero del spaghetti western, especialidad del cine italiano de la década del 60 que intentaba recuperar un género muerto como el western con algunas características estéticas particulares. Y entre el montón de buenos y originales ejemplos, este film tiene a dos emblemas de esta corriente: Clint Eastwood en el protagónico y Sergio Leone en la dirección.
La película, que se verá hoy a las 19 en la Sala Nachman (Boulevard Marítimo 2280), cuenta además con las actuaciones de Eli Wallach y Lee Van Cleef; además de la inconfundible música de Ennio Morricone, un leit motiv que perduraría con los años. Como este subgénero, que si bien en su momento no fue bien recibido, hoy a la luz de iconoclastas como Quentin Tarantino ha tenido una gran revitalización.
En El bueno, el malo y el feo se cuentan las peripecias de Tuco y el Rubio, dos bandidos cómplices en diversas fechorías, que se enfrentan a una travesía cumbre: un botín de 200 mil dólares por el que están peleando varios. Este será el trabajo que ponga a ambos bandidos en crisis. Pero más allá de la trama, lo que importaba en el spaghetti era la reconstrucción estética de un género que empezaba a morir.
Montada como una especia de extraña precuela de Por un puñado de dólares y Por unos dólares más, esta película convertiría finalmente a Eastwood en una estrella y a Leone en alguien dispuesto a vincularse con otros géneros, siempre con un carácter constituyente. Si algo tiene el spaghetti western es que merced a su condición de original y creativo, es un subgénero que no ha envejecido demasiado.