Camino raro el de Alfredo Casero. Surgido del under, se forjó en el mainstream marca Suar un espacio que lo llevó al gran público. Pero su pasión es el teatro y hacia allí volvió. Y si bien lo hizo con un poco de la fama que le propinó la televisión, tampoco se recostó en las grandes marquesinas o el marketing desorbitado. No, su propuesta es mínima y concreta: retomar los caminos del under con un espectáculo que es pura experimentación.
Estese confuso es difícil de explicar. Ni monólogos, ni show humorístico. Todo depende de la noche que tenga el propio Casero. Si bien hay algunos temas recurrentes, el humorista apela cada noche a la respuesta que recibe de la platea. Estese confuso se presentará este martes a las 23:30 en la sala Astor Piazzolla del Teatro Auditórium (Boulevard Marítimo 2280).
El asunto es así: Casero se para arriba del escenario y comienza desdoblar anécdotas. Anécdotas que se inscriben en el territorio de las viñetas. No podríamos llamarlo improvisación, pero sí al menos hay en Casero y en este espectáculo una intención de no sostenerse en estructuras. Lo que se termina comprobando es, casi, el trabajo de laboratorio que todo artista lleva a cabo, sobre todo cuando tiene talento.
En este laboratorio, que no de gusto es una escisión del Casero Experimendo, el humorista tiene la historia y la rodea de chistes, pero sin contención ni red. Lo que ve entonces es cómo el profesional, capacitado para hacerlo, va perfeccionando la situación hasta convertirla en un anécdota de lo más graciosa. Claro, estamos ante uno de los artistas más imaginativos y creativos.
Según como pinte la noche, Casero cantará. Algunas de sus canciones conocidas, otras no pero que forman parte del bagaje con el que cuenta. Por ejemplo, el año pasado entonó una canción en griego con la que sorprendió a todos. Un espectáculo anárquico pero a la vez lúdico, que parte de la premisa de que todo puede ser gracioso, según el punto de vista con el que se lo mire.