Rodolfo Walsh. Una personalidad con identidad propia, un autor comprometido con su tiempo y con las complejidades que iba tejiendo el país hace 30 años: su denuncia contra la actividad de la Junta Militar es más que esclarecedora. Pero además, Walsh es símbolo de la intelectualidad pisoteada y desaparecida. Por una vez, quien logra convertirse en símbolo, es además una persona con relieve. Su importancia se duplica y trasciende los tiempos.
La figura de Rodolfo Walsh es recuperada por Rodolfo Walsh y Gardel, la obra de David Viñas dirigida por Jorge Graciosi y protagonizada por Alejo García Pintos, que se verá hoy y mañana a las 22 en la Sala Melany del Centro de Arte MDQ ubicado en San Luis 1750.
Esta obra llega en el marco del convenio firmado entre el citado espacio teatral y el Teatro Nacional Cervantes. Además cuenta con el auspicio de la Universidad Nacional de Mar del Plata y la coordinación de la Cátedra Abierta de los Derechos Humanos Silvia Filler.
Este texto de Viñas narra las últimas horas del autor de Operación masacre y ¿Quién mató a Rosendo? entre otras tantas. Aunque esas últimas horas, dice su director, “que en realidad podrían ser las de cualquier hombre o mujer que en aquellos años setenta estaban comprometidos con un proyecto de país distinto”.
La puesta en escena de Graciosi valora de manera casi onírica, y hasta alucinada, a un personaje acorralado por aquellos seres que se dedicaban a amenazar desde el poder y el terror. El punto de inicio lo da la carta enviada por Walsh a las Juntas militares en donde denunció el terrorismo de Estado.
Se destaca que Rodolfo Walsh y Gardel formó parte de la cartelera del Teatro Nacional Cervantes, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Tiene música de Malena Graciosi, diseño de iluminación de Lautaro y asistencia de dirección de Marcelo Méndez.