El sociólogo Pichón Riviere sostenía que “la opinión pública es tan inconstante como una nube. Basta el más leve soplo para hacerla cambiar de dirección”.
Y la demanda turística, no es otra cosa que la dinámica de esa opinión pública, al seleccionar un lugar para sus vacaciones. Y como tal, también está sujeta a cambiantes brisas o fuertes ventarrones capaces de modificar un destino y hasta cancelar las ansiadas vacaciones, por razones ya sean económicas, climáticas, políticas, de inseguridad y hasta por volubles dictados de la moda o de las pautas de comportamiento clasistas, seguidas por imitación.
Lamentables contingencias
El mercado mayoritario de nuestras ofertas turísticas estivales (playas o sierras) es nacional, y está constituido predominantemente por las llamadas “clase media” y “clase baja” (el que tiene plata hace lo que quiere), por lo cual dos contingencias podrían provocar un cambio en la elección de los destinos de los turistas para el verano que se avecina. Una climática y la otra económica (relacionada con los mecanismos de pago de los servicios y consumos).
Es conocida la situación que se vive en el centro del país, especialmente en las serranías cordobesas, donde la prolongada sequía ha provocado la casi desaparición de sus atractivos dominantes, bellos lagos, ríos y arroyos, con el agravante de incendios forestales que ponen en riesgo a la población local y, consecuentemente, provocan una retracción de la demanda turística habitual, Ello, agregado a las restricciones de consumo de agua potable a la que se ve sometida la población residente.
De persistir estas lamentables contingencias, gran parte de su mercado turístico habitual intentará buscar otro destino para sus vacaciones, y a costos iguales o similares, las ofertas de nuestra costa atlántica bonaerense podrían verse, así, favorecidas con un incremento de la demanda, obviamente, Mar del Plata incluida. Siempre y cuando los oportunistas no aprovechen la volada para subir los precios de sus prestaciones, ya sean alojamientos, comidas o bienes de consumo.
Las tarjetas de crédito
Se ha conocido que en la República Oriental del Uruguay, en particular Punta del Este, las “tarjetas de crédito” emitidas por la Banca Argentina no serán recibidas, ya que los comerciantes prestadores se niegan a aceptar las altas tasas de descuento que imponen las empresas emisoras como costo de sus servicios financieros, con lo cual, impedidos de usar el “dinero plástico”, muchos de los argentinos que concurren en el verano a las playas orientales se verían obligados a manejarse con dinero en efectivo. Con los consiguientes perjuicios derivados de los aspectos, no sólo financieros, sino de la inseguridad de portar consigo los montos requeridos para solventar los costos de su estada.
A lo que se suman la siempre cambiante paridad cambiaria y el incremento de los costos internos en el Uruguay y, también, en el vecino Brasil, donde no sería de extrañar que los comerciantes adopten, por las mismas razones, igual posición que los uruguayos respecto a las “tarjetas de crédito” emitidas por la banca argentina o extranjera radicada en nuestro país.
Las comentadas, son, a nuestro juicio, dos razones coyunturales, totalmente ajenas a la promoción de nuestros balnearios, que podrían generar un incremento de la demanda turística, que, si así ocurriera, haría que algunos dirigentes políticos del sector se vanagloriasen del “éxito” llevando inmerecidas aguas para su molino.
Quelevachaché
Por Lucho Martínez Tecco