La trepada del dólar disparó la inflación, y el automovilismo nacional no resulta una actividad ajena a los vaivenes de la economía del país. El Turismo Carretera , que disputa la sexta fecha del calendario, todavía no sintió el impacto, aunque los pilotos reconocen que los presupuestos sufrirán un retoque. Los números asustan, en particular porque dentro de dos semanas la categoría desarrollará la séptima carrera de la temporada y el costo global de un auto en la pista asciende a 750 mil pesos. La cifra se eleva a $1.000.000 si en el cálculo se estipulan ganancias para el piloto y el equipo. No hay una receta para abaratar los gastos; tampoco coincidencias sobre qué factores atacar para que el TC, que en Posadas, con 42 inscriptos, tuvo el número más bajo de participantes en el año, mantenga el parque por encima de los 40 coches. La pausa para el resto de 2018 de Josito Di Palma , que peleó el campeonato en 2017 y pintó el N°3 en los laterales, fue un golpe, aunque su situación era tambaleante antes de la corrida de la moneda estadounidense; Nicolás Pezzuchi es otro piloto que dejó pasar la cita entrerriana para reacomodar su continuidad en la categoría. ¿Serán los únicos o la Carrera de las Estrellas, en Termas de Río Hondo, entregará nuevas ausencias?
“Al sponsor no le puedo ir a pedir más plata porque se me dispararon algunos costos, así que los nuevos gastos los absorben el piloto o el equipo. Nunca va a pasar el vaticinio de 20 autos en una grilla, porque hay pilotos “millonarios” y otros que, como dice el Pato Silva, ‘venden un riñón para poder correr'”, asegura Matías Rossi , para quien los 1000 Kilómetros de Buenos Aires se presentarán como un desafío deportivo y económico: “Para esa carrera tenés que ir con un auto nuevo y, por el desgaste, todos los elementos los tenés que cambiar para la siguiente. Así, es casi una locura”. Para el poleman, que bajó su propio tiempo al marcar ayer 1m40s121/1000, récord para el trazado de 4800 metros, un calendario más acotado de competencias podría aliviar la billetera. “Con dos carreras menos bajamos casi un millón y medio de pesos; una prueba son otros $150 mil, pero el año que viene vamos a tener una fecha más. A veces, vamos al revés de lo que marca la realidad”.
Campeón de TC en 2005, ganador de los 1000 Kilómetros de Buenos Aires en 2017, Juan Manuel Silva entiende que la problemática de los costos se inicia en la apertura del taller. “Disiento con Rossi: el mayor desembolso está en abrir el taller y no en una carrera más o menos. Hay que volver al automovilismo de antes, con menos Smata [el sindicato que agrupa a los mecánicos], menos cargas sociales, menos talonarios. Los equipos, en oportunidades, no reparan en ciertos gastos: tres semis para tres autos para los traslados es una desproporción: de arranque tenés una fortuna en gasoil. Ahí se puede recortar. Siempre pongo como ejemplo al equipo de [Víctor] Rosso, que tiene un camión en el que carga tres autos e incluye el taller”, especificó el Pato, que le apunta a un cambio profundo. “Se necesita de la unión de todos los dirigentes, de los pilotos, porque hay que armar algo grande con el automovilismo o vamos a sufrir”.
Tener el N°1 pintado en los laterales empujó a Agustín Canapino a un nuevo desafío: la construcción de un auto, ya que el que corre es propiedad de la familia Lingeri. Pero un dólar a 25 pesos desactivó los trabajos en el taller de Arrecifes. “Nosotros ya sentimos el impacto, porque estábamos armando un auto nuevo y tuvimos que parar. No tenemos un presupuesto para correr, ser protagonistas y, a la vez, construir un auto. Y eso que gastamos menos que un piloto que alquila. Aunque cambiamos siempre materiales, porque es la única manera que considero que se puede pelear el título, el ahorro no me alcanza para seguir con dos autos”, explicó quien clasificó en el 8º y fue el segundo mejor Chevrolet; Gastón Mazzacane , 5º, fue el piloto de la marca que más cerca estuvo de Rossi, a 751/1000.
Si hay un equipo particular en el TC es el Renault Sport Torino Team. Emiliano Spataro , el alma mater, señala las diferencias respecto al resto. “Tenemos un gerente comercial, que se encarga de buscar publicidades; después, yo me encargo del presupuesto y está el equipo de [Esteban] Trotta que es la tercera pata. Siempre va a influir una devaluación, pero el automovilismo argentino se acostumbra a todo: no es la primera vez que lidiamos con esto. Los presupuestos buscamos retocarlos, si es necesario, a mitad de año. Si vemos que el dinero no alcanza o que Trotta está perdiendo plata, entonces se busca inyectar nuevas publicidades. El problema mayor lo tiene el piloto que alquila”, dice Spataro, cuyo pensamiento lo refrenda Gabriel Ponce de León , quien maneja su propio equipo: “No sé cómo hacen, yo no podría correr si tuviera que alquilar un auto. Tengo un ahorro de un 35% al preparar el coche en mi taller y me cuesta”.
Juan Martín Trucco es otro piloto que maneja su propia estructura. “Lo que nos entrega la categoría por ahora no viene con retoques de precios, pero pasará muy pronto con los insumos de proveedores externos. El alza del dólar se reflejará en el precio de las rótulas o de un sistema de freno, que son importados. Entre el 15 y el 20% de un auto tiene elementos que provienen del exterior y en la producción nacional también hay piezas que vienen de afuera”, explica quien largará en la primera fila de la tercera serie, junto a Juan Bautista de Benedictis . Sobre soluciones, agregó: “Dos carreras al año menos no hacen una diferencia grande en el número final”.
“El piloto que arregló con un equipo, posiblemente tenga que ajustar el presupuesto y no está fácil. En un tiempo se va a reflejar, porque no estamos en una burbuja. Menos fechas puede repercutir en que el sponsor aporte menos capital, pero no sé si ese es el camino”, comentó Guillermo Ortelli , el séptuple campeón, que con el actual reglamento técnico no se hace demasiadas ilusiones de batallar por una nueva corona: “Así como estamos no podemos pelear el campeonato, tendría que suceder algo extraordinario. En las últimas tres carreras, desde que se aprobaron las modificaciones, estuvimos entre tres y siete décimas por detrás de los Ford”.
El TC es una pasión argentina que no tiene precio.
Por: Alberto Cantore – LA NACION