En estas últimas horas hemos podido leer en la prensa gráfica, que un alto representante de nuestra Iglesia Católica, el Presidente de la Pastoral Social, Monseñor Jorge Lozano, en una nota periodística en relación con el linchamiento de personas sospechosas de delincuentes, ha manifestado que “hay cansancio en la población por inoperancia en las fuerzas de seguridad”… y que “los hechos se deben a una especie de contagio…”
En primer lugar advertimos claramente que el prelado ha justificado el linchamiento público que la gente hace de otras personas, lo cual es un grave delito aun tratándose de delincuentes.
Pero no es esto lo que nos debe sorprender. Mucha gente harta de vivir bajo el imperio de la ley de la selva, librados a su suerte por el gobierno de turno, que desde hace más de una década da prioridad a velar por los derechos de los delincuentes en desmedro de los derechos de los ciudadanos, está decidiendo hacerse cargo en forma personal de defenderse y defender a su familia y vecinos del acoso de los marginales. De la manera que puede.
Lo que sorprende y mucho, es que tan alto dignatario de mi Iglesia, diga públicamente que la actual crisis se deba a la “inoperancia de las fuerzas de seguridad”.
Semejante afirmación cuando la policía de la provincia de Buenos Aires registra 30 efectivos muertos en cumplimiento del deber durante el año 2012 y 2013 y 2 uniformados más en lo que va del presente año, es cuanto menos una ofensa. Una bofetada inmerecida a toda la familia policial, especialmente a las viudas y huérfanos de los 32 compañeros que cayeron precisamente operando en contra de la delincuencia, defendiendo la vida, bienes y honra de los vecinos. En definitiva cumpliendo con la palabra empeñada, como lo hacen pocos en este bendito país.
En el transcurso de los primeros años del presente siglo y cuando más arreciaban las violaciones a los derechos constitucionales de los trabajadores policiales en la provincia de Buenos Aires; cuando las famosas “purgas” de trabajadores policías fueron ignominiosamente legalizadas a contramano de la Constitución, los camaradas miembros de la flamante Delegación APROPOBA de Mar del Plata, como todas las Delegaciones, inspirada por la urgente necesidad de defender los derechos conculcados de los uniformados, visitaron al máximo representante de la Iglesia Católica en aquella ciudad balnearia, el Obispo Diocesano que por entonces era Monseñor JOSÉ MARÍA ARANCEDO, actual Arzobispo de Santa Fe y Presidente de la Conferencia Episcopal Argentina. Se le anotició de la nueva entidad y de los motivos de la iniciativa, encuadrados principalmente en el atropello a los derechos ciudadanos y laborales de los integrantes de las fuerzas policiales, recibiendo del prelado un alentador empuje espiritual para seguir adelante y lograr los objetivos perseguidos.
Por lo tanto resulta una obviedad que el principal instituto colegiado de nuestra Iglesia Católica tuvo una clara exposición de las pésimas condiciones laborales de los trabajadores policías y la incidencia de ello en la difícil misión de brindar seguridad.
No obstante es evidente que Monseñor Lozano, a pesar de que la Comisión de Pastoral Social que preside forma parte de la Conferencia Episcopal Argentina, cuyo titular es casualmente el Obispo José María Arancedo, no cuenta con toda la información de la realidad en su área. Debe ser que las mujeres y hombres policías, trabajadores como el que más, no están entre sus preocupaciones. Claro, nunca lo vimos a Monseñor Lozano, ni a ningún otro sacerdote, visitando las dependencias policiales, donde transcurre la vida una parte de su rebaño, con toda la problemática social que afecta al resto de los argentinos. Y la verdad es que, al menos en los últimos veinte años, no hemos comprobado que se interesaran por nuestros problemas, que son muchos y variados; no los hemos visto acompañar a las familias de nuestros caídos, o asistiendo espiritualmente a quienes todos los días y todas las noches salen a la calle a arriesgar realmente la vida, o a quienes regresan con la terrible y pesada carga de haber cobrado una vida para defender la propia. ¡Parece que a estas ovejas han decidido abandonarlas a su suerte!
Su Santidad el Papa Francisco, nuestro líder espiritual, hace ya un año ha dicho que quiere pastores con olor a ovejas. Sería bueno entonces que hagan algo más, porque por aquí todavía no se huele nada…
Comisario (RA) Jesús Evaristo Scanavino
Secretario de Organización de APROPOBA