La crisis del turismo en Río Negro es un reflejo de los profundos desafíos estructurales y económicos que atraviesa la provincia, que por decisiones políticas de no escuchar las necesidades locales y subordinarse a los intereses del gobierno de Javier Milei, la caída de la actividad es notable y se profundizará mucho más durante la temporada de verano.
En este contexto, la postura del gobierno provincial de Alberto Weretilneck se presenta como un claro ejemplo de obsecuencia política, que prioriza la alineación con la administración nacional a expensas de la defensa de los intereses turísticos y económicos de Río Negro.
Río Negro, históricamente uno de los destinos turísticos más importantes de la Argentina, enfrenta una crisis en este sector debido a diversos factores. Los problemas económicos estructurales, y la falta de inversiones en infraestructura turística han mermado la capacidad de la provincia para atraer a turistas nacionales e internacionales, que consigo trae aparejado que es muy caro vacacionar en la Argentina por la inflación en dólares que tuvo desde que asumió MIlei.
Las zonas más afectadas, como la región de los Lagos, San Carlos de Bariloche, y la zona atlántica, han experimentado una caída considerable en la cantidad de turistas, lo que impacta directamente en las economías locales y en el empleo de miles de trabajadores vinculados a la industria del turismo. El turismo en Río Negro no solo es una de las principales fuentes de ingresos de la provincia, sino también un pilar fundamental para la generación de empleo en muchas localidades.
En este escenario, el gobierno provincial de Alberto Weretilneck ha adoptado una postura de alineación incondicional con las políticas de Javier Milei, quien asumió la presidencia en diciembre de 2023. Si bien las diferencias ideológicas entre ambos políticos son notorias, con Milei promoviendo una agenda liberal de ajuste fiscal y desregulación económica, y Weretilneck siendo un referente de la política rionegrina con un perfil más pragmático, el gobernador provincial ha optado por un discurso de apoyo a la administración nacional, lo que ha generado dudas sobre su capacidad para defender los intereses locales.
La dependencia de la provincia respecto a los recursos y decisiones del gobierno nacional ha llevado a Weretilneck a adoptar una postura subyugada, desestimando muchas veces las necesidades específicas de Río Negro en favor de una alianza estratégica que asegura beneficios políticos y financieros para su gestión. Esta obsecuencia se ha manifestado en varias decisiones clave.
A pesar de que Río Negro es uno de los destinos turísticos más importantes del país, el gobierno provincial no ha logrado gestionar políticas nacionales de apoyo a la reactivación del turismo que beneficien a la región. En lugar de negociar un paquete de incentivos o subsidios para las empresas turísticas locales, Weretilneck ha optado por alinearse con las políticas nacionales de austeridad promovidas por Milei, las cuales no parecen contemplar la urgencia de medidas específicas para el sector.
En lugar de luchar por una mayor inversión en la promoción de los destinos turísticos de la provincia, Weretilneck ha mostrado una pasividad alarmante. Las agencias de turismo, los operadores privados, y las autoridades locales se han visto obligados a asumir, en gran parte, el costo de las campañas de promoción, mientras que el gobierno provincial parece más preocupado por mantener una relación fluida con la secretaria de Turismo de la Nación que por generar políticas propias de estímulo al turismo.
Las comunidades turísticas de Río Negro enfrentan dificultades estructurales vinculadas a la falta de infraestructura y a la creciente informalidad laboral en el sector. En lugar de buscar soluciones innovadoras o presionar por fondos nacionales para la mejora de infraestructuras o para el fortalecimiento de la pequeña y mediana empresa, Weretilneck se ha mostrado reacio a confrontar al gobierno nacional, incluso cuando las políticas de Milei, como los recortes en programas de apoyo a PyMEs, empeoran la situación de los pequeños empresarios turísticos.
El comportamiento de Weretilneck puede ser interpretado como una estrategia política para asegurarse de mantenerse dentro de los círculos de poder del gobierno nacional, buscando beneficios a corto plazo, como el acceso a recursos nacionales o el apoyo a proyectos provinciales, mientras que la crisis del turismo sigue profundizándose. Sin embargo, esta obsecuencia también ha implicado un alto costo político para el gobernador, quien ve cómo su capacidad de gestión se limita al estar atado a una política nacional que no responde adecuadamente a las particularidades de Río Negro.
La postura de Weretilneck, más preocupada por no desafiar la agenda de Milei que por abordar los problemas locales, se contrapone con el creciente malestar de sectores económicos de la provincia, como el turismo, que ven que la falta de acción concreta por parte del gobierno provincial está poniendo en peligro no solo la sostenibilidad de la industria turística, sino también el empleo y el bienestar de las comunidades locales.