Hace unos días un amigo preguntó en su muro de Facebook acerca de la famosa canción “Brasil decime que siente…” Él reflexionaba si teníamos altura moral futbolística para cantarle, en su casa, a un pentacampeón una supuesta paternidad y reparaba también de la falta de rima en la misma.
Más allá de la estética de la canción, su veracidad o eficacia, creo que tiene una utilidad muy valiosa. Se da en esos momentos cuando nos sorprenden las dudas en nosotros, los miedos a los equipos cucos, de que todo se hace cuesta arriba, de que te comen los nervios en la previa, es cuando funciona, cantarla nos libera, nos acompaña, nos contagia. La cantamos con alegría y nos abre a soñar, dejando las otras cosas atrás. Pasa acá y pasa allá.
Así como el fútbol es esa creación humana que tiene el poder de hermanar a los no hermanos, esta canción es fútbol dentro del fútbol. Es un idioma común. Contagia a los propios y asombra a los ajenos. Hasta le produce alegría a los jugadores cuando la cantan (Después dicen que Messi no canta), ¿qué más podes pedir? Manera hermosa de ser parte. Desde nosotros los de acá, hacia ellos los de allá, los que la están luchando.
En un canto que nos prepara para la batalla emocional y permitiéndome un poco pecar de argentino, ningún otro país del mundial tiene algo parecido, no tienen un rito que haga alinear los sueños de todos. Entonces hoy nos permitimos ya no preguntar sino contarles a todos qué es lo que se siente.
S.E.G