.Si últimamente tuvo que esperar 15, 20 y hasta más de 40 minutos un taxi en alguna esquina de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires sepa que no tuvo un mal día, sino que en el distrito se redujo a la mitad la cantidad de autos que están circulando.
Después de la pandemia y según dijeron a Télam distintos referentes del gremio y los propios taxistas consultados, hay un 60% menos de vehículos de los que podrían estar en actividad. Hoy, por las calles porteñas circulan unos 15.000 taxis, cuando hace unos años eran 38.000.
El ser humano tiende a razonar haciendo uso de un sesgo cognitivo conocido como Principio de Causalidad Mínima, que implica atribuirle a un problema una única explicación.
Pero la realidad es que la actividad de los taxistas está en emergencia y, según advierten los más pesimistas, con riesgo de extinguirse más temprano que tarde, por varias causas.
Ocurrió que ingresaron al país las aplicaciones ilegales, pero también que en pandemia muchos choferes y dueños migraron a otras actividades porque se volvió carísimo mantener el auto sin recaudar lo necesario por la crisis sanitaria.
Hay que tener en cuenta que el taxi es el único servicio de transporte público que no recibe ningún subsidio del Estado.
Todos los consultados se sienten abandonados por el jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta y lo hacen oir en sus manifestaciones aunque hasta ahora no obtuvieron respuesta.
La diputada Mara Brawer presentó un proyecto para que los licenciatarios puedan acceder a un auto 0 kilómetro de industria nacional con exenciones impositivas que tiene chances de salir y estaría consensuado con Juntos por el Cambio, pero mientras tanto el sector está en terapia intensiva y los que más sufren son los denominados peones de taxis.
El caso típico
Fabián Gustavo Buzzurro ya pasa largamente los 50 años y tiene décadas como taxista. Pero alquila el auto. Le encantaría vivir sólo como tachero, pero no puede.
Cada día, le tiene que dar 6.300 pesos al dueño del auto para que se lo dé para trabajar. “El costo del alquiler lo hago en 13, 14 horas. Si tengo suerte, en 12. Pero tengo mil pesos de gas y mil de comida. Eso me lleva a gastar unos 8.000 pesos por día aunque trabaje 15 horas porque lo que me queda de ganancia, me paga el viaje de ida y vuelta a mi casa”, contó. Su segundo trabajo es como encargado en un garage en Flores. El que le permite pagar los gastos fijos.
Fabián duerme dos horas por día. Sabe que sobrevive, que la suya no puede denominarse una vida. Dice que muchos de sus compañeros peones pasaron a trabajar en aplicaciones, que a su modo de ver -que comparten todos los consultados- son las que van a extinguir la actividad del taxi en CABA si el Estado no hace nada al respecto.
Aunque los gremios reconocen que a un peón de taxi se le cobra en promedio entre 4.500 y 5.000 pesos el alquiler del auto por día, según el convenio colectivo de trabajo debiera funcionar de otro modo: el chofer le tendría que dar al dueño al final del día el 35% de la que recaudación. Pero hay mucha informalidad y la necesidad tiene cara de hereje.
La pandemia de las aplicaciones
Marcelo Mezotero, integrante de la Asociación de Taxistas de Buenos Aires, pone la crisis en números. “El Parque Automotor de CABA tiene 38 mil licencias y 25.000 renovadas. Son números aproximados. Creemos que unos 10.000 autos dejaron de trabajar, eso es alrededor de un 60% menos”, explicó.
El tema de las aplicaciones ilegales como Uber lo obsesiona y esta semana hubo otra movilización para pedirle al gobierno de CABA que las combata.
“El sistema de aplicaciones fuga cientos de millones de dólares que podrían ir, por ejemplo, a vacunas. Es impresionante. Vos hacés un viaje de mil pesos y el 30% va a la aplicación. Y Larreta tiene un discurso ambigüo, dice que son ilegales, pero no las combate”.
Mezzotero hace hincapié en el que el taxi es el único medio de transporte público que no recibe subvenciones del Estado. En ese sentido, están ilusionados con que prospere el prospere el proyecto de ley que inició Daniel Filmus y continuó Mara Brawer para la modernización de la flota de taxis.
Una noche, cuando Lula vino a Buenos Aires, la diputada nacional por CABA Mara Brawer cenó con el expresidente de Brasil y su mujer y ellos se ofrecieron a llevarla de regreso. Ella declinó amablemente la oferta, convencida de que en la avenida Las Heras iba a conseguir un móvil enseguida. Después de todo, en Buenos Aires, cafés y taxis sobran. O sobraban. No pasó.
“Caminé y caminé por las Heras y no conseguía. La flota de taxis a partir de la crisis económica en la pandemia se redujo a la mitad”, dijo Brawer a Télam.
Pero no se quedó sólo en la queja: presentó un proyecto que se trató en comisión el día en el que Juntos por el Cambio decidió no dar quórum para la ley de Etiquetado Frontal y ahora la comisión se tiene que reunir de vuelta porque la aprobación perdió vigencia, pero dice la legisladora que está consensuado con la oposición.
Consiste en que las y los licenciatarios de taxis, tanto personas físicas como jurídicas, puedan acceder a un auto 0km de industria nacional con exenciones impositivas. Es un beneficio del que los taxistas podrán hacer uso una vez por año y la ley tendrá una vigencia de 6 años.
“Tiene tres fines; en primer lugar, apoyar a los taxistas en este duro momento que atraviesa el sector; en segundo lugar, estimular la prestación de un servicio seguro para la ciudadanía y por último beneficiar a la industria automotriz nacional”, afirmó.
Las otras pandemias
Mezzotero cree si la primera pandemia fue la introducción de las aplicaciones ilegales durante el macrismo, pero siguieron otras dos: la crisis económica en tiempos de Cambiemos y la pandemia de coronavirus. Ahí hubo un quiebre y se empezó a notar mucho más fuertemente que en la Ciudad faltaban taxis.
Aunque los taxistas fueron considerados trabajadores esenciales desde el principio, muchos dueños dejaron de alquilar el auto porque durante un buen tiempo bajó la demanda y no les rendía. También sucedió que entre los más de 100 mil muertos que tiene la Argentina por la covid, muchos eran taxistas. Finalmente, muchos otros decidieron migrar a las aplicaciones y hubo una cantidad importante de choferes que directamente se dedicaron a otra cosa.
La tragedia de que se rompa un repuesto
Un cambio de rueda puede costar 18.000 pesos. Ni que hablar de que se te rompa el coche. Para el dueño y para el “peón” son situaciones que en la actual situción desequilibran emocionalmente porque no saben de dónde sacar la plata.
La solución de pasar más horas trabajando para amortizar el gasto es una falsa salida por varios motivos: estar más en la calle implica también gastar más y un taxista que duerme menos de lo que tiene que dormir es una amenaza para la vida propia y ajena. Además de alguien que está mal todo el tiempo.
COMPETENCIA DESLEAL
Desde que desembarcaron en la Argentina, los taxistas se manifestaron en contra de las aplicaciones de transporte de pasajeros como Uber o Cabify. Consideran que no pagan los mismos impuestos que ellos, que practican la competencia deseleal con prácticas de dumping, que no ofrecen seguridad al pasajero y que fugan el dinero que ganan fuera del país. Judicializaron sus demandas, pero hasta ahora las aplicaciones siguen funcionando.
Lo cierto es que después de que en un primer momento las aplicaciones seducían con sus precios, hoy suele ser más económico viajar con el tradicional auto negro y amarillo.
El plan de lucha
Luis Fernández, presidente de la Asociación de Taxistas de Buenos Aires, recordó: “Hemos peleado y hemos logrado la extensión de la licencia por 14 años para los modelos hasta 2011. Y de 11 años para los de 2009-2010 11”. Pero está muy preocupado por la crisis del sector.
También dijo que alientan a los “compañeros” a que trabajen a porcentaje, sin que tengan que darle al dueño una suma fija cada día, pero cuando hay tanta necesidad es muy difìcil que el eslabón más débil de la cadena ponga condiciones.
Miguel Soto es Secretario de Organización del Sindicato de Peones de Taxi y está harto. Ya perdió la cuenta de la cantidad de veces que pusieron los taxis en la 9 de Julio para visibilizar el reclamo con un resultado nulo. “Pareciera que tuviéramos en Larreta a un enemigo. Estamos organizando un plan de lucha y la próxima vez vamos a llevar los autos, pero los vamos a dejar ahí, a ver si nos escuchan”, advierte.
Paradojas de bolsillo
Si bien para la mayor parte de la población tomar taxi es un lujo (el costo hoy de la bajada de bandera de de 111 pesos de 6 a 22 y un 20% más caro después de esa hora) los taxistas quieren que aumente porque la plata no les alcanza. “Hoy estamos retrasados más de un 50%. La bajada de bandera para que sea rentable verdaderamente debería ser equivalente al valor de un dolar”, dice Mezzotero.
Las mujeres y los taxis
Valeria Arrera trabaja en el taxi desde el 2001ee integra la comisión directiva de la Asociación de Taxistas de Buenos Aires “para que seamos mejor representadas las compañeras taxistas”.
Consultada sobre por qué hay tan pocas mujeres al volante dice que la periodista Luciana Peker investigó en base a la misma pregunta y descubrió que son muchas las que figuran en la documentación del vehículo, pero muy pocas las que manejan.
El patriarcado no deja actividad intocada.
Sin embargo, afirma que cada día son más aunque “es muy difícil ya que la mayoría somos sostén de familia, la pandemia no nos permitió esperar y muchas compañeras migraron al trabajo doméstico o fueron a cuidar adultos mayores”. El dato de porqué muchas mujeres eligen el taxi es triste: es una actividad en la que no tienen que ser jóvenes para poder ponerse manos a la obra.
Valeria denuncia el abandono del gobierno de CABA durante la pandemia. “Larreta no nos tuvo en cuenta como trabajadores esenciales y fueron cómplices de las aplicaciones, no hubo rebajas, sino hubo aumentos”.
Y la desesperación por conseguir el sustento diario de muchas compañeras fue tal que en el peor momento de la pandemia no conoce a ninguna de las que siguieron trabajando que haya podido parar más de cinco días.
Por todo lo expuesto, sería imposible filmar en la Argentina actual una remake de la exitosa “Rolando Rivas, taxista”. Pero estos profesionales del volante no piensan quedarse de brazos cruzados porque saben que ninguna derrota es definitiva y que la lucha es el único modo de conseguir cambios. Aunque cueste.