Dice a menudo la gobernadora María Eugenia Vidal: “Tandil es el orgullo de los bonaerenses” o más directamente “Me encanta como el intendente de Tandil (por Miguel Lunghi) llega con sus carpetas bajo los brazos, con los proyectos para su ciudad, eso es trabajar en equipo”, ese es el eje de la consideración de Vidal hacia la gestión del jefe municipal de Tandil.
Escuchando los pasajes de audios de campaña de Verónica Magario, en los espacios radiales, se la oye reclamando patrulleros, agua, cloacas, asfalto, salud, educación, etc. Magario es la intendenta del Partido de La Matanza, bastión inexpugnable del kirchnerismo que dejó de ser el Frente para la Victoria, para convertirse en Unidad Ciudadana, que transparentó el fin del kirchnerismo para dar lugar al cristinismo.
Un mínimo de sentido común, obliga a reflexiones básicas: ¿en 18 meses se quedaron sin patrulleros, sin escuelas, sin salas de salud, sin asfalto? Bastante raro no, cuando La Matanza, por su caudal electoral, (no porque les interesen los pobres) fue la “niña mimada” de los 12 años que comprenden a la Década Ganada.
Hoy La Matanza, en este sinsentido propio de Argentina, tiene en vilo la suerte electoral del oficialismo, que sólo se resigna a perder por el menor margen posible en ese distrito, para acomodar la carga con los tres más importantes del interior bonaerense como Mar del Plata, La Plata y Bahía Blanca.
Pero volviendo a Tandil, a Lunghi, a Macri y a Vidal. El del viernes no fue un acto más y esa ciudad no fue tomada al azar, sino que es la contracara de Mar del Plata, elegida por CFK, como el peor ejemplo de CAMBIEMOS en la Provincia de Buenos Aires. La Biblia y el calefón, para sintetizar y resumir bien el contraste.
Tandil la ciudad modelo, para copiar y pegar
Tandil, luego de Mar del Plata, es la segunda ciudad en cantidad de votantes. Esta ciudad balnearia no ha respondido a los estímulos del PRO y su socio excluyente Agrupación Atlántica. Sobresalto tras sobresalto, disgusto tras disgusto, la regla ha sido el desbarajuste, que no siempre es achacable al intendente Carlos Arroyo, sino a un conjunto de razones y fallas de conducción, que son propias cuando hay ruido en las líneas, operadores poco confiables y aspiraciones incompatibles, con las obligaciones de la propia gobernadora. Arroyo y sus limitaciones, se han debido desenvolver, entre feroces internas dentro del propio oficialismo, más peligroso que toda la oposición junta.
El intendente Lunghi fue el único intendente radical, que se le plantó al intento de colonización del PRO que encabeza la gobernadora Vidal en la Provincia de Buenos Aires, una suerte del “vamos por todo” del kirchnerismo, que por ejemplo luce descabellado, cuando Franco Bagnato encabeza la lista de senadores por la Quinta Sección Electoral y Lucas Fiorini es el tercer candidato. Desafían la Ley de Gravedad, y ahora se agarran la cabeza. Vidal desarmó el mejor aparato político, para darle rienda suelta a su expansión, tal vez no sólo política, sino también personal.
¿Fue una respuesta a Lunghi? El impenetrable séquito y entorno de la gobernadora, nunca lo reconocería, y ella en menor medida. El PRO intentó hasta último momento armarle una lista propia a la UCR tandilense. La respuesta fue la misma que recibieron muchos radicales en la Provincia, pero a la inversa, compitan con su lista, y en primer lugar el PRO no tenía candidato, pero iba por las ganancias de un intendente que tiene una imagen positiva del 75 % y que dobló en votos en el 2015 al Frente para la Victoria y al Frente Renovador, juntos. Si el 60 % contra el 30 % de todo el arco peronista.
Es absolutamente necesario, dejar en claro que el crecimiento y el desarrollo de Tandil, fue logrado desde el 2003 al 2015, en pleno auge de los K. Una ciudad modelo, amable, cautivante, administrativamente sana y elogiada en todo el mundo.
Por eso Tandil no es La Matanza ni Lunghi es Magario.
Ahora viene otra etapa, la de vivir bajo la presidencia de su hijo más famoso, el ingeniero Mauricio Macri, que terminará cerrando el círculo virtuoso de un gobierno municipal, al cual la oposición resignadamente acepta: ¡Qué más le puede pedir Tandil a Lunghi!, casi en tono reverencial, seguirán participando resignadamente sus adversarios.
Razona 2017.
O los mismos de siempre