La fiesta se inició desde temprano con ambas parcialidades detonando sus gritos de guerra, con cargadas, ademanes y todo lo que implica un partido aparte. El Mundialista iluminado con fuegos de artificio por parte de las dos hinchadas y un clima propio de un espectáculo único e irrepetible.
En lo referente al fútbol no podemos decir lo mismo. Mucha pierna fuerte, imprecisiones de todo tipo, falta de astucia y muy poca rebeldía por parte de los jugadores, que entregaron un primer tiempo aceptable y una segunda mitad para el olvido. Y con un empate que le otorgó la primera copa de verano a Estudiantes de La Plata. Claro, a nadie le importa.
El esférico deambuló por todos los sectores de la cancha y en un estadio que estaba a pleno, conocimos todas las estrellas. Ya que el balón se la paso en el aire y muy poco tiempo acariciando el césped.
Boca comenzó un poco más punzante con un muy buen trabajo del juvenil Luciano Acosta, sin dudas la figura del encuentro. Al pibe no le pesó jugar de Riquelme y créame amigo que no desentonó en absoluto. Se hizo cargo de cada ataque estacionado y se mostró encarador y por momentos imparable, para una defensa millonaria que nunca se mostró firme.
La primera la tuvo Giglioti que luego de cabecear en el área la bola se desvió en el camino y Barovero, para la foto, manoteó hacía un costado.
River no hacía pie. Con un regular Ponzio, de traslado inseguro, y poca ayuda de Ledesma, que perdían una y otra vez con los volantes “Xeneizes”.
Sobre los 19 y luego de una falta a unos 25 metros del arco defendido por Barovero. Sánchez Miño se perfiló para su zurda y casi sin recorrido, clavó un muy lindo tanto decretando de esta manera la apertura en el marcador.
Era merecido por el aporte de los dos elencos no por cantidad de aproximaciones a los arcos.
Paradójicamente cuando el público “Xeneize” iniciaba con su aliento ensordecedor, porque todo parecía que tenían dominado a su rival. Los orientados por Ramón Díaz comenzaron a crecer en el juego.
Aparecieron las sociedades. Manuel Lanzini empezó a pedirla más y el “Piri” Vangioni se desligó de la marca y llegó más a fondo por su carril. Claramente los de Bianchi se retrasaron y por ende perdieron la pelota. Los de Núñez avisaron con un frentazo de Carbonero que no encontró el arco. Y un elástico cabezazo de Cavenaghi que se perdió a centímetros de los tres palos defendidos por un Orión vencido.
Lo tenía contra las cuerdas y no lo perdonó. Centro de Lanziní y Maidana, justo un ex Boca, de manera arrolladora se lanzó como el “temerario guerrero Gengish Khan”, y no solo anotó el empate sino que también impactó al golero Orión.
Para colmo de males minutos después “Cata” Díaz se iría expulsado por Delfino y así se irían a los vestuarios. Con un River en alza desde lo anímico.
El complemento fue una película de terror. Boca se acomodó en el fondo y pretendió hacer daño de contra. A River no se le cayó una idea y solo un remate desviado de Gago, sorprendiendo por el sector izquierdo. Y una buena combinación entre Gutiérrez y Cavenaghi, que terminó con un remate del “Torito” muy cerca de la humanidad de Orión, fue todo el peligro que ocasionaron.
Lo demás fue imprecisión. Cánticos entre simpatizantes. Cargadas. Y todo ese coctel de locura a lo que nos tiene acostumbrados este tipo de encuentros.
Para destacar. A 15 del final se retiró lesionado Orión, al parecer una molestia muscular, en su lugar ingresó Tripodi. Y sobre el epílogo del juego Cavenaghi respondió de mala manera luego de una entrada fuerte en la mitad del campo y se fue expulsado.
Un empate más entre los eternos rivales del fútbol domestico. River no aprovechó el hombre de más en la segunda parte y Boca no supo como liquidar a un “Millonario”, que con poco le desnudó debilidades defensivas. La revancha será la próxima semana en Córdoba y esperemos que los jugadores se iluminen y entreguen un espectáculo acorde con el de ambas parcialidades, y sobre todo, con el precio de las entradas.
Gastón
www.mdphoy.com