Revuelo que continúa, causaron los conceptos y las dudas del constitucionalista Daniel Sabsay y fue precisamente aquí en Mar del Plata, en el Coloquio de IDEA. Más allá del sesgo claramente opositor que se le puede señalar, gran parte de la sociedad argentina recibió sobre sus espaldas las dudas planteadas sobre el título de abogada que detenta la presidente de la Argentina, Cristina Fernández y se sumó sin más vueltas.
Ya en otras ocasiones (desde el 2007) se viene, cada tanto, mostrando denuncias, documentación y pareceres, por parte de uno y otro (oficialismo y oposición), sobre esta cuestión. Lo real es que no es un título más, es el que dice la presidente que le corresponde. Recordemos, por ejemplo, lo de “abogada exitosa”, en escenarios internacionales, que ella enarboló para indicar las razones de su fortuna.
No es un abogado más, o supuesto, tiene que ver con lo institucional. No dicho esto en que alguien que no tiene título no puede llegar a tan alta investidura. Es cierto que pareciera que en estos años de democracia continuada que viene desde 1983 en un ciclo inaugurado por el abogado Raúl Ricardo Alfonsín, hubiera sido una condición ineludible en las elecciones presidenciales y fuera un condimento fundamental ese estudio y título consecuente.
Sería terrible para la República, que alguien que no ostenta efectivamente lo que dice que es, sea la máxima figura política del país. Hay que observar que hasta habría un desfalco a las arcas del Estado, al recibir una bonificación por título. Por todos lados que se lo mire, es un acto delictivo, castigado por el Código Penal.
Por eso, resulta fundamental que, sin que tenga que avanzar la denuncia penal levantada en este orden, por lo institucional, que quede debidamente acreditado si existe tal título. Uno no ha podido apreciar, aquí o allá, entre tantas informaciones cruzadas la veracidad de la cuestión. Las dudas se encuentran hasta en lo que falta, ejemplo, algún testigo que diga “yo vi cuando le tiraban huevos y harina”, algo no muy elegante, pero clásico del festejo.
Ya se sabe que cuando alguien abre la boca en la discusión, de qué lado proviene y hacia dónde va su interesada respuesta. No necesitamos esto, palabras de fe oficialista u opositora. Hacen falta los hechos académicos probatorios. No es ningún pecado salir a mostrar las pruebas y decir “soy lo que soy”. La República lo amerita.
MIGUEL TOSCANO
el nivel de corrupción evidente en cada acción de gobierno, es desesperante y lo mas frustrante es que no haya una oposición que les ponga un freno…la historia Argentina es un compendio de fracasos y sueños quemados y robados….
Gracias Walter por comentar.