Hace ya largo tiempo que vengo pensando en esta violencia contenida, muchas veces liberada y expresada cual si se destapara una olla a presión, que invade los cuatro puntos cardinales de nuestra querida patria. VIOLENCIA Y CORRUPCIÓN, dos males endémicos que venimos sufriendo los argentinos desde hace ya varias décadas y que socavan la frágil institucionalidad de la Nación.
Aquél que no quiera verlo o pretenda hallar una razón o justificativo ante tanto desmadre, evidentemente es parte activa del problema. Me estoy refiriendo a sindicalistas, opositores políticos y movimientos sociales que están casi fuera de la ley. Digo “casi fuera de la ley”, porque de contar con un Poder Judicial comprometido y honesto , muchos de estos activistas debiesen de estar tras las rejas.
Ya sé que cuentan con la complicidad de una prensa enrolada tras las banderas de lo que ellos denominan “políticamente correcto”; no ignoro que esa ausencia de verdad, tergiversación y, por qué no decirlo, actitudes desestabilizadoras tienen como fundamento intereses espúrios de parte de políticos, sindicalistas y empresarios para los cuales privan otros intereses que son totalmente ajenos al de la patria misma.
Pero la pregunta del título tiene mucho que ver con el diagnóstico del problema. Pienso que SON MUCHOS Y HACEN MUCHO RUIDO. Ese 49 % que no votó al actual gobierno arrastra desde tiempos inmemoriales una alta cuota de resentimiento y odio frente a la sociedad jurídicamente organizada, es decir hacia la Nación misma. Cuando me refiero a tiempos muy lejanos, estoy yendo también al caudillismo que vivimos en la etapa de la “desorganización nacional”. Nada ha cambiado, sólo el “modus operandi” de estos personeros de la corrupción y la violencia que encuentran su caldo de cultivo en un pueblo ignorante y sin principios……sólo lo mueven las emociones, nunca las razones.
Creo que, siendo un ignoto ciudadano y habiendo llegado a esta conclusión, no será ajeno al gobierno actual este cuadro de situación. Me parece, a modo de cierre, que deben poner todo su ingenio y perspicacia en resolver cuanto antes estas actitudes rayanas en lo subversivo y que, día a día, son más frecuentes.
Hago la salvedad que no hice alusión a ningún nombre en particular. Que cada uno saque sus conclusiones.
Alberto E. Valente