La noticia podría llevar el título “Qatarí refuerza equipo de la Primera D” si no fuese porque llama más la atención que sea el hijo de Gabriel Omar Batistuta: máximo goleador de la Selección Argentina hasta la aparición de ese monstruo, también santafesino, llamado Lionel Messi.
Cuando decidió colgar sus botines, Bati cotizó los goles que le quedaban en el tanque en Qatar, una liga intrascendente pero con la suficiente capacidad económica para pagarlos como el mercado italiano, en el que se desempeñó durante 13 temporadas consecutivas entre Fiorentina, Roma e Inter. Allí, en Doha, mientras jugaba para Al-Arabi, nació Shamel, el cuarto hijo del goleador.
Por lo singular de su nombre árabe, podría ser esa su carta de presentación. Pero el Batistuta que completa su identidad es inocultable. El hijo de Batigol tiene 20 años, dejó su Qatar natal cuando la familia regresó al país y, tras un tiempo en las inferiores de Ferro, recaló en Newell’s para jugar el torneo regional de la Liga Rosarina. De allí, a Argentino de Rosario, en la Primera D, la última categoría del fútbol argentino.
