“40 años de democracia y 10 de Francisco”, el título marco de la edición de la Semana Social de la Iglesia que se inicia hoy como es tradicional en esta ciudad.
Es un balcón a la política donde la Iglesia envía sus señales que no pasan desapercibidas, máxime aún desde la llegada de monseñor Bergoglio a comandar la Santa Sede en el Vaticano.
En el 2018, por ejemplo se registró una escena que tomó preponderancia, aunque no estaba dentro de los actos oficiales. El entonces recién asumido obispo Gabriel Mestre realizó una visita junto a monseñor Jorge Lugones, al predio de disposición final de residuos, cuyo estado actual es considerado como un daño ambiental desconocido sin que el tratamiento del mismo forme parte de la agenda política y social de la ciudad.
Por ejemplo hoy no sería necesario exponerlo, aunque el mismo se encuentre al borde del colapso y que nadie quiere exhibir ni salir en la foto. Hay un cruce de intereses políticos y económicos, de los cuales también la Iglesia ha participado pero que sin embargo ha acompañado, no se la observa con el grado de compromiso que mereció el tour por el lugar en 2018.
Salvo por el intríngulis que se desenvuelve el proceso de licitación pública, no exento de la intervención de la justicia, que emitió un fallo que paralizó el trámite bajo el rótulo de direccionamiento entre los oferentes.
El mismo grupo económico privado a partir de la adjudicación pasaría a tomar parte de la segunda caja de la recaudación municipal, produciéndose la mayor transferencia de recursos públicos a manos privadas de la historia de Mar del Plata.
NOTAS VINCULADAS
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