Diluida la coalición JxC, el PRO en proceso de reconstrucción y en Mar del Plata sin reelección, Montenegro está realmente complicado, en realidad su futuro político. Encima le hacen sombra para la candidatura a la gobernación bonaerense Valenzuela y Santilli. Tampoco nadie la tiene atada y todo la apuesta es al laberinto que Milei que nadie acierta a descifrar.
En el PRO nadie cree que Lijo sea un lujo, muy por el contrario: “Menos mal que no tenes un senador” le dijo Mauricio Macri al intendente de Mar del Plata. La llegada de Lijo sería un vasto acuerdo con el kirchnerismo y que asoma como una moneda de un valor inconmensurable. Montenegro lo votaría a Lijo y es del mismo pedrigree, de la justicia federal.
El siempre oficialista y monopólico diario La Capital lo expresó en los siguientes términos: “El intendente celebró la postulación del juez federal para integrar el máximo tribunal”. Y nadie se pone las pilas y ahora está en danza aumentar el número de integrantes de la Corte Suprema para llevarlo a 9 miembros.
Es muy evidente que Mar del Plata es la carta de presentación de Montenegro y su problema es cuando se mide la intensidad y la calidad de gestión. Le sirve para sentarse en la mesa de postulantes, pero está muy alejado del centro del poder. Con el ingeniero Macri no es un acercamiento sólo una aproximación.
La bolilla negra del 2015 cuando perdió San Isidro a manos de Gustavo Posse, definida “como su ciudad en el mundo” la suerte del “Gordo” está en sus flotadores. La actualidad lo tiene en ciernes y la impronta de la pérdida de su mayoría en el HCD, en una ciudad que no sale de su tristeza y decadencia.