Desde la década del ´50 sigo a River, sin claudicaciones de distancia, clima, obligaciones etc. Que alguien como Almeyda se aleje de la familia River, ha sido uno de los días que más tristeza, enojo, rabia e impotencia me produjo. Lo digo con alguna autoridad, luego de comerme 33 años sin campeonatos, el penal de Delem, la mano de Gallo y el gol de tiro libre que un volante central, le hiciera al “Pato” Fillol en la cancha de Racing, en una final cuando éste armaba la barrera, lamentablemente ese día estaba en la cancha con las ilusiones de siempre.
En medio de sinsabores, decepciones y frustraciones, en primer lugar no se juega con valores, como el de la honestidad intelectual, el amor y el respeto de una persona cabal como Matías Almeyda. “Un poco más y se me sienta al lado (por Ramón Díaz)”, dijo un compungido Almeyda. Es cierto que se fue consumido, y hasta tuve el acierto de marcarlo en alguno de mis comentarios. Era evidente, que en su rostro se veía el sufrimiento cuando las cosas no salían. No soportó ni toleró el día a día. Se lo comió la dinámica mediática.
Es claro que nadie como Daniel Passarella, deseaba un éxito de Almeyda, era su proyecto, la cristalización de un proceso a tres años de su elección. El “Pelado” es como un hijo deportivo del presidente del club. Asistimos,ahora, a una derrota política del presidente, es obvio, cuando dijo el entrenador que había sólo dos personas en la triste despedida en Ezeiza.
También habla de telarañas que engordan, bajo la sombra de la oposición política. El objetivo de dañar progresivamente la imagen del presidente, hace rato que comenzó, y ya se cargó el DT sostenido por Passarella.
Sin embargo de manera insistente, se hacen vinculaciones desde la ignorancia y el desconocimiento. Ocurre generalmente, cuando el protagonista (periodista), cree que es superior a la información. Ahora crecerán otro tipo de versiones, como las que hicieron que esta situación sólo se descomprima con una renuncia. Es profusa la cantidad de medios de difusión que se ocupan de River. Con la irrupción de FM, señales de cable,
suplementos deportivos y programas que en una misma señal tienen en continuado durante varias horas el tratamiento de un tema. Allí cada cual lanza su versión, que va minando con rumores a los involucrados, jugadores, técnicos, dirigentes, intermediarios etc.
He medido en tiempos de radio, televisión y diarios, los espacios dedicados a River. Para mi sorpresa, comprobé que lo que ha sucedido con nuestra querida institución, superó en minutos y páginas, que se dedicaron a temas como el pago de la deuda externa a los fondos buitres, la objeción suspensiva al juez Griesa, que la Corte Suprema ordene el tratamiento de la cuestión de fondo en el caso de la Ley de Medios y los centavos de recargo al despacho de combustibles que afecta a todos los argentinos.
Bueno creo que esto no debe dejar una lección y una enseñanza: ¿Por qué River es tan importante, generando atención en todos los ámbitos? En la respuesta está la razón de la politización de la entidad. De las aspiraciones y ambiciones, de quienes habitan en la vida política del club, con propuestas que tienen como objetivo mellar el patrimonio riverplatense.
Con la salida del Almeyda, el costo político lo paga Passarella. Con la elección del futuro técnico también. El desgaste que produce esta situación es una guerrilla. Es una acción de clara provocación desestabilizadora. Lo comprobaremos el próximo domingo. Seguramente hasta habrá un show con cotillón incluido, en evidentes demostraciones opositoras. La primera víctima es River., luego Passarella, y por ahora Matías Almeyda, que debió comerse el día a día, que lo minó de manera irreversible.
El presidente del club asume su responsabilidad y carga con esta mochila inesperada, en los que debía ser un torneo inicial de transición. Reconozco que los puntos, el nivel de juego y la categoría del plantel, no están a la altura de River. Ahora repasemos rápidamente Lussenhoff (El Colorado) pasó de River al Argentino A con Talleres. ¿Y el “Pelado” San Martín?, ¿Y Loeschbor? Una lista que sería interminable, no hay que olvidarse que estas cosas pasaron y nos llevaron a la B. River iba estar entre los primeros diez, la mitad de la tabla, sin llegar a los 30 puntos. Estas movidas de destitución, pueden también acelerar procesos de mayor deterioro. Passarella acorralado debió ceder, resignar su hombre, y ahora también habrá que rezar, no es ningún salvador quien sacó del banco a Almeyda.
Dicen que fue el público el que pidió a Díaz. Hay facciones de River que arrastran los sentimientos en masa. Es difícil neutralizarlos sin unidad. Lejos de comprender el momento de blindar a River durante 2012, se adelantó la carrera electoral. Por ahora estos son los resultados. Esperemos no tener que llorar sobre la leche derramada.
Jorge Elías Gómez
jorgeeliasgomez@gmail.com