El fútbol tiene impredecibles de tal grado que, por caso, un River que jugó peor que contra Independiente Rivadavia la semana pasada, como si ello fuera posible, sin embargo se llevó los tres puntos, vitales para la bendita tabla anual, la competencia cuasi imaginaria a la que se aferró para motivarse por algo en este año para el olvido. Sí, River dejó esta curiosidad, poco habitual en el Millo, jugar espantoso y ganar inmerecidamente. Estudiantes se lo llevó puesto en muchos momentos del partido pero sólo una razón explica la victoria: Franco Armani.
El partido dejó bastante en evidencia lo que es River hoy: un conjunto de algunos buenos nombres que pueden hacer una diferencia en el partido un rato, con otro conjunto de algunos otros nombres que no pueden hacer diferencia alguna en el partido. En River hoy conviven jugadores mediocres en su mayoría, con otros buenos en bajo nivel y jugadores con el ciclo cumplido que ya no tienen más para dar. La suma de ello entrega un híbrido, un equipo liviano, al que lo someten si se lo proponen.
Contra el Pincha hubo ratos de Meza y de Colidio, también algo de Lanzini, que, fundados en una llamativa eficacia, ilusionaron la posibilidad de que el equipo de Gallardo tuviera al menos el control decidido de un juego completo. No fue el caso, River no puede hacer esto. Enseguida el equipo se fue apagando en ese primer tiempo para ya luego, en la segunda mitad, tener una actuación directamente alarmante. Hemos visto tanto en este ciclo de Gallardo y en el del técnico anterior tantos partidos así. Al menos esta vez fue solo un tiempo.
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River transita estos días de desidia con la obligación de meterse en la Libertadores 2025, casi como si fuera un fastidio para los jugadores. Hoy, todo es potencial, todo está procrastinado, más adelante vemos. Pero, ¿qué cosa vemos? 1) El mercado de pases, donde tienen que llegar al menos cinco jugadores de primerísimo nivel, casi una base media y ofensiva, además de defensores que no se lesionen seguido. 2) La dichosa limpieza. Sí, ya sabemos que es antipático el asunto, pero el Millonario tiene un plantel larguísimo y totalmente descompensado, cortesía gestión Demichelis. 3) Una buena pretemporada. A la medida de Gallardo, completa, con todos, en un lugar idóneo, con amistosos que sirvan en serio. 4) La recuperación de aquellos que tienen pasta para jugar en el club y el último tren para aquellos que pueden llegar a andar y que tienen una oportunidad final. 5) El ojo de tigre de Gallardo, hasta aquí ausente.
Bien, todos estos puntos, son una invitación a creer. River hoy es como aquella canción de Silvio Rodríguez, “te convido a creerme cuando digo futuro”. Estamos viendo cómo cerramos este año a los ponchazos, sin profundizar demasiado el daño ya hecho y evitando los colaterales, zambullidos en la esperanza de que Dios y Gallardo y la billetera de Brito proveerán. Puede ser sí, hay que aferrarse a todo, pero, ¿quién o qué asegura que los puntos enumerados en el párrafo anterior tengan un desarrollo favorable en los próximos meses? Nadie. Lo que sí se puede hacer es apuntalar a todos los estamentos del club para que esto así sea. Así, al menos, entendemos que no habrá una lectura tan errada en el manejo profesional del fútbol, como el llevado adelante hasta la llegada de Gallardo.
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Busquemos contrastes en referentes. Franco Armani es el mejor jugador de River en el año. Claro, eso explica un poco la temporada, un club como River que tenga como máxima figura a su arquero, por más bueno que sea, demuestra que hubo una serie de problemas en la generación y construcción de juego. Más allá de esto, Armani, veterano ya, demostró que sigue entendiendo dónde está. Nacho Fernández tuvo un semestre flojo y esta segunda parte del año ya directamente es injustificable. Más allá de las lesiones, pelotas que le rebotan, desconcentraciones permanentes, liviandad en el choque, hubo un Nacho muy lejano a aquel cerebro, a aquel futbolista clave en los equipos de Gallardo. En esta disparidad, River se evapora en sus intentos para progresar futbolísticamente, porque siempre está girando sobre sí mismo, por eso siempre el que no está entra. Hagan este ejercicio: piensen en jugadores que aparecieron como soluciones que enseguida tuvieron que ser reemplazados por aquellos mismos que no rendían. En este sentido, habida cuenta de que jugaron contra Enzo Pérez, la pregunta es: Enzo, quien en febrero cumple 39 años, ¿es una solución para algunos de los problemas que tiene el equipo del Muñeco?
Los ex jugadores de River son moneda corriente a la hora de los mercados de pases. Pareciera que el scouting de River es: ¿jugó en River? Llamalo. Enzo y Juanfer son dos debilidades no solo para Gallardo, también para los hinchas. Nadie vería mal un regreso de ellos, porque lo afectivo está en primerísimo nivel, más allá de que ambos están vigentes. Sólo me hace ruido una cuestión, que fue incluso en la que nos hizo pensar Gallardo cuando llegó, e incluso ayer en conferencia de prensa lo volvió a refrendar. Dijo textual “vuelvo para escribir una nueva historia”. No es que dijo “vengo para reciclar una vieja historia”. El término deconstrucción, antes de ser banalizado y estropeado en su categorización, originalmente planteaba la idea de que se construyera lo nuevo sobre lo viejo que podía persistir. Todo, con el tiempo, se va descomponiendo. Pero, sobre los vestigios de lo medular, surgen nuevas ramificaciones como para generar nuevos sentidos que sean potentes y mejoren lo actual con la fuerza de lo que fue. River tiene mucha historia gloriosa cercana, el hoy necesita tomar de aquello sólo lo que necesita para tener un presente sólido. Los nombres, per sé, no alcanzan para la pelea cotidiana, aunque sean nuestros héroes. Justamente son héroes porque lo han sido en los momentos indicados.
De todas formas, el fútbol también es una cuestión de fe. Y así como hoy no vemos argumentos que fundamenten que River encontrará un cauce, por qué no darle la chance a lo impredecible, por qué no depositar en lo inesperado nuestra esperanza. Aquello que no tiene explicación también forma parte de esta disciplina, aquello que no tiene explicación es justamente lo que explica que le haya podido haber ganado a Estudiantes jugando de manera horrible.
Ernesto Provitilo