Al Enzo le pagan decenas de millones de pesos para ir a cenar a las peñas y las filiales. Casi un prócer en River, fue potenciado por las necesidades políticas, la impericia y el desconocimiento de Rodolfo D´Onofrio, un dirigente módico que no responde a la importancia de River.
“Un club hay que manejarlo como a una empresa”, decía el actual presidente cuando se postulaba. Habría que saber quién le maneja la empresa a él. Y saber, ya que estamos, quién maneja a River, precisamente el fútbol de River, que ha entrado en un descontrol cada vez más evidente.
D´ Onofrio, Jorge Brito y Marías Patanián, han desatado una carrera de egos y soberbia, cuyos objetivos son usar la marca River, para satisfacer ambiciones personales, políticas y hasta sociales, las cuales privilegian sobre la institución River Plate, de ello no puede quedar la menor de las dudas.
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River ha vivido desde hace 24 meses del trabajo de la gestión anterior, que encabezó Daniel Passarella, que dejó fenomenales activos fijos, en valores que pueden orillar los U$S 100.000.000. Hoy por necesidad tendrán que vender las últimas joyas de la abuela.
El problema de River se agiganta, a una semana de iniciada la pretemporada, todavía no pudo incorporar a un suplente del arquero Batalla. El problema ya supera la “conducción” de River, y cómo será la molestia de D ´Onofrio que ya echa culpas a una oposición inexistente. No maneja el club y quiere ser protagonista de fuste en AFA. Un chanta extraordinario.
D´Onofrio, junto a Brito y Patanián, planificaron el descenso de River como plataforma de campaña, para desplazar a Passarella de la presidencia. El ex presidente enfrentado con Julio Grondona, fue presa fácil de una campaña mortificante que incluyó la pérdida de la categoría, para acentuar la desacreditación política de Passarella, lo cual dejaba allanado el camino para tomar el gobierno en River.
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D´Onofrio, Brito y Patanián son, Seguros La Caja, Banco Macro y Aeropuerto 2000, respectivamente, con estas tres cajas financiaron su acceso a la presidencia de River.
Para ello, contaron con mano de obra especializada en este tipo de operaciones, tan comunes en el sub mundo del fútbol, como se está demostrando día tras día, en el máximo estamento de la Asociación del Fútbol Argentino. Barrabravas, dirigentes políticos, periodistas convertidos en hinchas con micrófono, programas partidarios, fueron económicamente adornados para consumar la campaña de desprestigio, montada contra el primer capitán argentino campeón del mundo de la Selección del Fútbol Argentino.
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Ahora el problema de River, es que consumida la herencia, no pueden disimular su incapacidad. Las dificultades para incorporar refuerzos no es lo peor que le sucede a la institución. Se le han ido jugadores sin que River perciba una moneda (Carlos Sánchez y Ariel Rojas, los más notables). Los que compran no tienen valor de reventa por su edad (Saviola, Aymar, Lucho González) o por sus condiciones (Tabaré Viudez, Bértolo, Arzura, Casco…). Hoy es más probable que vendan a Mammana y Gio Simeone, para poder comprar en el mercado nacional. (Ver cuadro estadístico)
Ante este panorama, los números en rojo ya son alarma en los pasillos del Monumental, se ha quintuplicado la deuda, hasta ahora disimulada por la venta de Funes Mori y Kranevitter, entre otros. Los títulos conseguidos aplacaron a los hinchas, pero fueron parte del marketing. El castillo de naipes se derrumba y los objetivos bajan la vara: ahora hay codicia por la Copa Argentina. Gallardo está haciendo lo imposible por irse. D´Onofrio dijo que lo quería de por vida en él club.
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A Francescoli pagarle aumento con retroactividad es una provocación para el hincha. Heredó todo el plantel que consiguió los títulos y su política de renovación es un fracaso que ha llevado a River a ser un equipo de mitad de tabla, que es a lo único que se puede aspirar. River nunca jugó a nada durante la época Gallardo, no nos pueden engañar con flashes y ráfagas de algunos partidos y lo de Tokio fueron dos papelones, nada que nos enorgullezca.
Jorge Elías Gómez