Deportes, Fútbol

Resurgió de las cenizas, lo mandaron a la quiebra, pero la gloria no se mancha

festejos santa-29-4-2014 (15)

Ramón Santamarina es sinónimo de Tandil. Como el Papa Francisco y la Argentina. El aurinegro volvió con el fuego sagrado de los grandes de todo el país. Pero no ha sido fácil, no hace demasiados años el club había sido mandado a la quiebra, tras la administración inescrupulosa de dirigentes, que dejaron el camino listo, para que algunos abogados ganaran mucho dinero. Tal es la identidad, que nunca fue cambiada, a pesar de los fallos judiciales. La popularidad borró la sentencia de los jueces. Y es imposible llamarlo de otra forma.

La Municipalidad y la Universidad Nacional del Centro, se quedaron a través de subastas públicas con el campo de juego de dos manzanas en el Barrio Jardín. El Estadio Francisco Fiego, cayó bajo la piqueta y todo fue subdividido. La sede céntrica con cine de última generación, biblioteca, sala de juegos y gimnasio céntrico quedó en manos de la Universidad. Y la Quinta Belén, un paraíso en el medio de las sierras, sobre el circuito semi permanente, es ahora el camping de los trabajadores municipales. Todo este activo lo ponía en la vanguardia en la Provincia de Buenos Aires.

¿Por qué tanta historia? Porque el pueblo santamarinista fue despojado de todos sus bienes, quedó en la calle. Los de siempre, los del vermouth, la generala, el café, decidieron no entregarse, como siempre fue Santamarina, un emblema de la ciudad de la Piedra Movediza. Santamarina es el futbol de Tandil, es uno de los decanos de nuestro país, en su momento con más chapa que Olimpo y Douglas Haig, con el máximo respeto que ambas entidades merecen.

Santamarina logró deportivamente jugar en Primera División, no por invitación como lo han sido muchos equipos de grandes ciudades. Santamarina eliminó en una final al Loma Negra de Amalia Fortabat  y logró su pasaporte a la Primera División de AFA, jugando en su zona con Independiente de Avellaneda, Estudiantes de La Plata y Platense. Tuvo un excelente desempeño, el equipo que dirigió Daniel Romeo.

Santamarina se rehízo desde un bar, lo que habla de la convicción y los principios de sus hinchas, pero que menos podían esperar Domingo Pastor, el “Colorado” Ghezzi, el “Negro” Quinteros, Hugo Russiani, “Yiyo” Conte, el “Zorro” Acuña, José Solimanto, Juan y Luis Petrucci, el “Negro” Conti, Héctor Arrieta, el “Loco” Rigante, el “Cabezón” Méndez, José Capelluti, Guillermo Argüesso, “ Paquito” Sánchez  los hermanos Kabalín y tantos otros que lucieron en el club de mayor prestigio en la provincia en décadas pasadas. Es importante destacar, que Santamarina llegó a la máxima instancia luego de haber disputado toda una eliminatoria, y no por invitación de amigos de Don Julio.

A Santamarina le fueron rematadas hasta las copas que ocupaban enormes vitrinas, que fueron rescatadas y luego donadas por hinchas representativos del club, que no dejaron que los trofeos fueran a un taller de fundición. Por eso cuando se habla de Santamarina, brota el hincha y la sangre hierve. Sus colores aurinegros (como la camiseta de Peñarol de Montevideo o Deportivo Norte) son una bandera deportiva de los tandilenses.

Era el club con un patrimonio muy importante, su villa deportiva, su estadio y su sede central con un gimnasio de memorable jornadas pugilísticas que tuvieron como protagonistas al “Tano” Pintore, al “Gitano” Rimosvsky, a “Chila” Alderete, a Nicolás Parazucco y al “Moncho” Ciccopiedi.

Fu el club de los grandes bailes de carnavales con “Carlinhos y su bandita”, tuvo el escenario que pisaron Sandro, Leo Dan, Palito Ortega, y aquella inolvidable presentación de Mercedes Sosa, cuando la querida Negra, les advirtió a los jóvenes que se cuidaran, adelantando la acción genocida de la dictadura militar. Santamarina es un libro en la historia de Tandil.

Hoy y mañana, habrá muchos titulares con el club, informado que logró el ascenso a la Primera B. Pero ya no es lo mismo, esta versión no respeta la historia, aunque los más jóvenes están en todo sus derecho de conmoverse hasta la euforia. Ahora hay mucha política metida en el club, goza de favores que lo identifican con esta mal llamada década ganada, más precisamente con los destinos de los fondos para los jubilados. Se han mezclado la política con el deporte, en la peor de sus versiones.

Para los amantes del futbol, volverá un clásico: Tandil – Mar del Plata. Santamarina enfrentará a Aldosivi, y se volverán a vivir con toda la intensidad, aquellos enfrentamientos por el Campeonato Argentino por la Copa Beccar Varela. No serán la celeste con la banda blanca de Tandil, contra la camiseta roja de Mar del Plata. Serán la auriverde de Aldosivi y la aurinegra de Santamarina, y el local la deberá cambiar seguramente, aunque ahora los modelos de la indumentaria deportiva tienen varias opciones.

Pero con el ascenso de Santamarina, vuelve un clásico a la zona. Lamentablemente en esta Argentina de la decadencia, es en el único país del mundo donde no pueden ir los hinchas visitantes, y algunas veces tampoco los locales. Entonces, lamentablemente la fiesta no será completa.

Santamarina, sus colores, su gente y Tandil, viven este momento extraordinario. La celebración, el festejo valen como un gran acontecimiento. No en vano, la ciudad serrana es la que más ha crecido en el país en los últimos años, es la ciudad elegida por los grandes inversores, por artistas, políticos, deportistas de élite, empresarios, y hasta por extranjeros para radicarse en ella por su calidad de vida. Ahora con la fiesta de Santamarina, Tandil recuperó un emblema, y por todo el país repartirá sus quesos y salamines tradicionales, como lo hizo históricamente, los símbolos, como la identidad nunca se pierden.

 

Jorge Elías Gómez

jgomez@mdphoy.com

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