Una cascada con un torrente que desborda, asomó con una fuerza no tan inesperada, sino más bien previsible, con un contexto que crece desfavorablemente. Para la enésima crisis de la policía faltan respuestas, y las que hay, tardan en llegar.
Por estas horas, la ola de expansión no ha dejado de avanzar más allá de sus límites. Se ha transportado a otras jurisdicciones, ya el tema no sólo es bonaerense.
Que Lázaro Báez haya vuelto a dormir al penal de Ezeiza, como producto de una sentada vecinal, es un reclamo que tocó varios timbres, no sólo el de la justicia. Las cuestiones de índole política hacen temblar el escenario, que abarca no sólo a la interna oficialista.
Ya es mayúscula la reacción, no sólo es Recoleta ni Barrio Norte ni partidos o distritos que son gobierno de la oposición, no sabe de colores. El derrame se pronuncia como un contagio del cual se desconoce la vacuna.
El cuartel de Berni en Puente 12 sobre la Ricchieri se convirtió en una nueva tragedia diaria para el gobernador. No le van en zaga: Ayres del Pilar, la Tandil “separatista”, el FF.CC. Mitre sin circular tras 11 días por ocupación de vías, las tomas masivas de tierras, como en Guernica, ya lejos del control del Estado, etc.
Sería un error transferir simples cuestiones de competencia. Son distintas expresiones de un agotamiento acelerado.
¿Cuál es el estrés de la pandemia?
La vara de esta medida no es igual ni inocente en la mayoría de los casos. La peor de las respuestas es la Cámara de Diputados de la Nación, que preside Sergio Massa. Allí nace la madre de todos los problemas, porque están las representaciones de todas las fuerzas políticas del país. No funciona la cámara de legisladores de la Nación, toda una expresión de la parálisis institucional.
Es peor aún, están en dudas si son o no legítimas las aprobaciones de los proyectos en ese ámbito institucional, ya no se sabe si sus sesiones son presenciales o virtuales, tampoco garantizan que el asunto no llegue a manos del tratamiento judicial. Lo cual excede a un marco institucional ya resquebrajado, o sea es la pronunciación de la grieta.
A ver, Lanata, Lousteau, Durán Barba, Eddie Zunino, y otros que se suman de a miles, que se expresan o lo admiten en privado, en coincidencia con el ex presidente interino Eduardo Duhalde.
El mismo fue gobernador en 2 oportunidades del territorio que está poco menos que en llamas. Tuvo mucho protagonismo en este tipo de casos, nadie creyó que respondió a raíz de un brote psicótico. Fue un osado que salió por la tangente, para descomprimir, pero sabe de qué habla.
Quién puede negar que las tomas ilegales de tierras, que no son espontáneas, sean una versión innovadora de reacciones incentivadas por organizaciones sociales, que tienen dueño con nombre, apellido y prosperan ante la adversidad. Hasta Elisa Carrió le pidió al Papa Francisco que pare con este asunto.
Por qué Duhalde también habló de un peor “que se vayan todos del 2001”. El ex presidente de la Nación, es un asesor considerado de lujo en el entorno de Olivos y la Casa Rosada.
Los saqueos que se han conocido el país, en especial en el Gran Buenos Aires por su magnitud, son la carta para futuras negociaciones y canje de planes sociales a cambio de dinero, en forma de planes de títulos creativos para las tarjetas bancarias.
Así funciona la política, como una manera de resolver los problemas, pateándolos para adelante, que “los arregle el que viene”, si puede, así está Argentina con el “modelo que no falla”: cada vez más pobres, que absorben el Estado, mientras expulsa la producción y elimina fuentes de recaudación.
Al anunciarse un “plan integral de seguridad” provincial, estalló una demorada atención a la policía bonaerense con alrededor de 100.000 efectivos. Ya no quedó tiempo para las excusas ni las explicaciones ni siquiera la aplicación de la autoridad, que fue abiertamente desafiada.
¡¡¡Se olvidaron de la tropa nada menos que un plan integral!!! ¿Cómo no van a estar incendiados”
La cadena de mandos se desintegró, pero no se puede reducir sólo a la mensura de una crisis que afecta solamente a esa fuerza de seguridad provincial, sino además al famoso 38 % de la población bonaerense, un “bolsón de votos” donde se ganan y pierden elecciones. Esta es la clave.
La reacción está encadenada y no responde puntualmente a un reclamo salarial, es mucho más profundo y es atinente a un tratamiento global de la problemática.
La proyección de los efectos de COVID-19 y sus consecuencias sanitarias, sociales y económicas ya están a flor de piel. Son heridas que por ejemplo, convierten comisiones de reactivación económica que se transforman en comisiones de desactivación económica, así puede explicarse el desentendimiento del kirchnerismo en el HCD.
Se trata de incoherencias que no pueden relativizarse, sino que forman parte de la cuestión de fondo. Son parte del problema nunca de la solución. Se sospecha que la decisión del principal bloque opositor, se deba al conocimiento de mediciones que adelantan un futuro borrascoso para la gestión del D.E. local. La clásica: no quedar pegados.
La crisis de la policía ya se amplificó. El Servicio Penitenciario se sumó a la movida de la bonaerense. No se agota en el comando de Puente 12, donde Berni hace el aguante pero sin garantías para su propia seguridad, lo cual es una foto del momento de extrema tensión.
El secretario de Seguridad es molesto, incómodo para sus eventuales competidores electorales, pero también para el presidente y el gobernador. Exaspera por su autonomía y tiene a CFK como referente excluyente.
La Casa Rosada y el Instituto Patria, no están ajenos a esta situación, sino que el impacto pega de lleno a sus responsables. Ya la guardia y la seguridad del gobernador de la Provincia pasó a manos de fuerzas nacionales provenientes de la Gendarmería Nacional.
Ahora prevalece la seguridad en la residencia oficial ubicada en calle 5 entre 51 y 53 de La Plata. Se accionaron alertas anaranjadas y Axel Kicillof fue dotado de seguridad extrema, ya que allí vive con su familia. Aumenta el volumen de la preocupación, que alguien detectó.
Mientras tanto se expande la caída de la actividad económica y el desasosiego que reina entre empresarios, comerciantes, trabajadores autónomos y sindicatos que muy bien pueden sentirse como los miembros de la bonaerense, abusados de destrato, por lo menos.
La economía marcha pegada a la resolución de un estallido, asociado a un clima de malestar que arrastra a la sociedad en su conjunto. Toda la política con sus protagonistas conocían que este momento podía llegar, es más lo estimaban como inexorable.
Después de la policía esperan los empleados judiciales, los sanitaristas de hospitales públicos, los educadores de escuelas públicas y todo lo concerniente a la masa presupuestaria salarial que se dispara con la fuerza de la necesidad y sus postergaciones.
Se conocen sobradamente, ya que todos son actores políticos en un mapa ideológico que contaminó a los gobiernos.
Jorge Elías Gómez