Los marplatenses lograron un triunfazo muy necesario ante el local Aguada y quedaron muy cerca de la clasificación a semifinales de la Liga Sudamericana de Básquetbol. El tridente Ferreyra-Flor-Basualdo, jugó uno de los mejores partidos en el “Tricolor” que se impuso 85 a 74 ante los uruguayos.
A pesar de que tanto en los grupos A, B y C va a haber expectativas en todas las fechas porque incluso entra el mejor tercero de las tres zonas, la realidad es que el golpe que ayer había recibido Quilmes en su debut internacional fue duro de digerir. Por la pelea que dio y lo muy cerca que estuvo de bajar a Pinheiros sin dudas dejó un sabor raro ese estreno en la Sudamericana, sin embargo se sabe que este Quilmes rompe cualquier esquema y asombra cuando está al borde del precipio.
Por eso hoy dio una vuelta de página muy rápido a lo que pasó anoche, y este jueves, estando contra las cuerdas y mostrando su versión más heroica, sorprendió sacando un triunfazo ante el local Aguada por 83-74. Victoria clave para soñar con la clasificación, en una noche donde hay que sacarse el sombrero ante el tridente compuesto por Eric Flor (18 puntos y 6 asistencias), Nico Ferreyra (19 tantos y 8 asistencias) e Iván Basualdo (16 puntos y 9 rebotes). Quilmes ganó y sueña, cerrando el grupo mañana ante Osorno (18:45 horas) y a la espera del resultado que se dará entre Aguada-Pinheiros en el cierre de la zona para saber su suerte y esperanzarse con clasificar.
Quilmes fue una sinfonía en el arranque del partido. Con una defensa descomunal, cortando línea de pase y ofuscando muchísimo los planes de Aguada adelante, el Cervecero levantó un muro y secó a su rival. Arrancó con un 13-2 formidable, diferencia que se plasmó tras un bombazo de Ruiz y con un juego en donde los argentinos se apoyaron mucho en la tarea de Basualdo dentro de la pintura. El cachetazo fue tan fuerte que Quilmes llegó a sacar +16, cerrando el primer parcial 24-10 arriba.
Los de Bianchelli hicieron todo perfecto, tanto en el primer como segundo cuarto. Y si en el arranque pegó mucho con Basualdo, la verdad es que el aporte de Ferreyra fue una locura, sobre todo si tomamos en cuenta su segundo parcial. Pero todo Quilmes estuvo en altísimo nivel, porque Basabe también le dio aire, porque Cantón dio minutos muy buenos, porque Ruiz siempre estampó su firma desde el perímetro y porque todo el Cervecero hizo un trabajo formidable en el fondo. Esa defensa le permitió construir una ventaja de 20 (32-12), que siguió estirándose alrededor de la frustración uruguaya. A Aguada no le salió una, porque además de que Quilmes lo anuló defensivamente tampoco encontró suerte en su tiro de tres puntos (se fue al descanso con un bajísimo 1/11). Atrás lo de Basabe y Ferreyra fue brillante, justificando aún más el 45-26 con el que los argentinos entraron a los vestuarios.
Era de esperar una reacción uruguaya, no solo por su reconocida garra (y talento, con Kyle Lamonte en buena forma) sino también por su localía, a pesar de que la gente de Quilmes se hizo sentir en Montevideo. Pero igual tardó en llegar esa levantada, porque la efectividad subió pero Quilmes siguió defendiendo como una fiera. Ferreyra siguió tirando del carro marplatense ante un rival que empezó a amenazar con el tándem Alvarez-Smith, y en un ratito esa diferencia superior a los veinte tantos se redujo a solo trece (57-44) restando cuatro minutos. En el tramo final Smith creció enormemente, pero Quilmes siguió contrarrestando esos intentos con un arma que empezó a despertar con todo su esplendor: Eric Flor.
De la mano de Flor y con los aportes de Basabe en ambos costados (excelente en su especialidad defensiva pero haciendo también demasiado daño adelante), el Cervecero entró al último periodo 66-51 arriba y con un panorama aún abierto a pesar de la buena ventaja. Se sabía que si Smith encontraba un socio para descansar sus puntos iba a tornarse más duro, y ese compañero fue el certero Lamonte. Sin embargo, Quilmes demostró tener todo el temperamento que se necesita para jugar un partido a este nivel y el carácter de Flor volvió a salir a la luz. El escolta, con esa frialdad para leer el juego que tanto lo caracteriza y rememorando su desorbitante nivel de la pasada temporada (incluso jugando uno de sus mejores encuentros de esta joven 2017/18), se cansó de hacer huecos muy grandes en la defensa uruguaya y lo empezó a definir.
Todos aportaron y potenciaron ese momento de Flor, quizá lo que más necesita un jugador como él para sacar a relucir su mejor versión. Porque Ferreyra siguió siendo un tiempista excelente para transmitirle una seguridad imponente al Cervecero, Basabe no aflojó un segundo en el sector defensivo, Basualdo no tuvo rival que se le pueda plantar dentro de la pintura, y Cantón estuvo muy correcto al igual que Ruiz. Quilmes hizo todo bien a pesar de la seria arremetida de Aguada, y fue un acierto de Bianchelli que sus dirigidos no aflojen hasta la última pelota porque había que jugarse también con la diferencia de puntos (en caso de triple empate es clave). Los marplatenses no tuvieron grietas, cerraron un partido memorable por 85-74 y siguen escribiendo su propia historia, en una versión de coraje y garra que recuerdó mucho al equipo que fue en los pasados playoffs, aunque ahora a nivel internacional y aún con mucho por definir.