Durante varios días y noches los argentinos a lo largo y ancho de todo el país volvimos a sufrir los temores, las sensaciones y el estado de animo propios de aquellos países y seres humanos abandonados a la buena de Dios. Calles oscuras, bandas motorizadas, adolescentes quinceañeros con palos en sus manos y todos aquellas figuras que mostraron que la Argentina repetía una vez mas los que ya algunos politicologos denominan como “las iras de Diciembre”.
No es normal que un Estado democrático, monárquico, dictatorial que delega el uso de su fuerza en manos de miles y miles de funcionarios públicos para lograr que esos se conviertan en guardianes de la visa y del orden de dicho Estado, vea con sorpresa y temor como esos mas de 200.000 funcionarios públicos se repliegan, abren zonas liberadas y en definitiva extorsionan a los Poderes Públicos y a la Sociedad en general en pos de la obtención de beneficios saláriales que les permita engrosar sus magros salarios.
Ocurre que al pasar esto a la práctica diaria, los millones de argentinos se dan cuenta que su vida y su postura está en manos de esos pocos que se niegan a defenderlos. Se produce entonces un repliegue, y con ello se multiplican los efectos dándose consecuencias políticas, sociales y jurídicas.
En lo político, esta de más señalar que estas pobladas coordinadas e intencionadas marcan una merma en el poder coactivo del Estado y con ello un debilitamiento del Gobierno cualquiera sea su signo. Aparecieron con efecto domino nuevas fuerzas políticas que se arrogaron per se el derecho de fijar sus condiciones de trabajo, sus remuneraciones, y/o en definitiva decidir por si mismos cuales deberían ser sus condiciones frente a la sociedad. Naturalmente, esto no le hace bien al sistema democrático y es absolutamente responsabilidad de toda la sociedad replantearse el funcionamiento de estas fuerzas policiales con la expresa intención de mirar un proceso de democratización en el seno de las mismas que hasta el día de hoy no se ha operado.
Es hora entonces de poner en la agenda de discusión la necesaria sindicalización de las fuerzas policiales para proceder efectivamente a su incorporación al proceso democrático, atar los salarios de los policías a los logros de los maestros es absolutamente negativo y significa mantener a un vasto sector de funcionarios públicos en la más absoluta soledad. Únicamente el jefe de los maestros Baradel se puede sentir contento al saber que sus reclamos salariales del año 2014, van a ser respaldados por el poder de fuego de 60.000 policías bonaerenses.
En lo social, los hechos mostraron una profunda fractura y fragmentación en la Sociedad Argentina, en especial dentro de la juventud menor de 20 años, fueron así que bandas perfectamente armonizadas y con distinta operatividad según sea el centro o la periferia del lugar saqueado, ingresaron en los grandes centros urbanos como una especie de maras centroamericanas.
Se llevaban desde televisores Led hasta paquetes de fideos “Don Vicente” pasando por remeras, zapatillas, caramelos y cajas de bebidas alcohólicas. Socialmente se puso en evidencia y al descubierto que la pobreza esta más firme que nunca en nuestro país y que todos aquellos que anunciaron ser muerte y nacimiento de una era de inclusión social vivían realmente en otro país o se negaban intencionadamente a ver la realidad del nuestro.
Y en lo jurídico, es quizás donde se hizo más evidente la trasgresión al orden constituido desde un ángulo delictual. Los hasta hoy 12 muertos no encontraron en todo el país ninguna norma jurídica que los protegiera de estos ataques que para el fiscal federal Adler configuran una asociación ilícita calificada y un estado de sedición duramente reprimido por el Código Penal, allí se violentó sin expectativa alguna de restablecimiento. Todo lo que es contrario a un Estado de Derecho: el deber ser Kantiano de la norma se transformó en el Ser realista del poder de las fuerzas y la consagración de lo irracional sobre lo que marca la legislación penal. Los delitos se multiplicaron y aquellos que deberían estar para reprimidos hicieron un mutis por el foro y ante los reclamos de una sociedad desguarnecida solo utilizan la callada por respuesta.
Cabe pensar, que plantearse esto, cuando se cumplen 30 años de vida democrática es cuando menos el reconocimiento que esta materia es una asignatura pendiente.
Dr. Eduardo L. Andriotti Romanin