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En medio de la tensión que atraviesa la estructura nacional de las dos principales coaliciones políticas del país, algunos movimientos comienzan a esbozar un orden para la oferta electoral de la Provicia de Buenos Aires. Por un lado, el inicio de un operativo para instalar al ministro del Interior, el camporista Eduardo “Wado” De Pedro, como un “presidenciable”, allana el camino de Axel Kicillof hacia su intento de reelección. Por el otro, la decisión de Diego Santilli de confirmar, a mediados de la semana que comienza, su postulación a sucederlo, planta formalmente un segundo un actor clave en el escenario y tiende a catalizar la pelea en Juntos.
El despliegue de De Pedro, un dirigente nacido en Mercedes, surgió en la Provincia. Fue por los cielos de la Costa -entre otros distritos- por donde volaron aviones con carteles que proclamaban, literalemente a los cuatro vientos, lo que ya toda la política intuía: la irrupción del funcionario en el escenario electoral. Nadie puede pensar que haya sido casual que ese mivmiento se ejecutara justo después de su pelea con el presidente Alberto Fernández y en la antesala del lanzamiento de la Mesa Política del Frente de Todos, un paso que el primer mandatario está dando a regañadientes, forzado por el cristinismo en el que milita De Pedro.
Para Kicillof es una buena noticia. Cada precandidato a presidente del Frente de Todos que se lanza contibuye a achicar lel margen para que le pidan a él que encarne ese rol. O, lo que es lo mismo: más cerca de ubica de su meta, la candidatura a la reelección. De hecho, aunque no lo diga, aunque intendente centrar su discurso en la gestión y aparecer lo más alejado de la “rosca” que la coyuntura le permita, Kicillof está convencido de que a esta altura una solo una -improbable- orden de la Vicepresidenta podría impedirle alcanzar ese objetivo.
El marco de esos movimientos es el de una guerra desatada en el Frente. A falta de cinco días para su realización, Fernández aún no envió las invitaciones para la Mesa. Y se resiste a incluir en el temario cuestiones de gestión, que es lo que le reclamana el kirchnerismo. “Sin saber qué se va a discutir ni quiénes lo harán no estamos en condiciones de confirmar nuestra presencia”, dicen en el entorno del Gobernador. No es el único dirigente de peso que piensa así. El Instituto Patria cree que detrás de las reticencias del Presidente late la resistenica a reclinar su propia candidatura.
En el caso de Kicillof, el encono está exacerbado por estos dás. El Presidente ordenó excluír al Gobernador de un encuentro con intendentes que se hizo en Berazategui el viernes, como ya lo había hecho de un reunión en Ensenada. Descortesías menores pero que ocultan un vuelto político a la negativa del Gobernador a aliarse con él contra La Cámpora.
Kicillof en cierto modo lo celebró: él, como muchos otros, mira el 24 de marzo como una fecha-talismán, el día en que una gran marcha podría coronar el operativo para “derribar la proscripción” de CFK. La movida que le dé la excusa o el impulso para revisar su negativa a ser candidata y aceptar una postulación para renovar su banca en el Senado. Por eso, en este contexto de guerra de facciones, para Kicillof cuánto más lejos de Fernández mejor.
El juego de posicionamiento dista de ser lineal en el Frente. La flamante pre candidatura de De Pedro corre paralalela a la de Sergio Massa, que sigue en pie a pesar de que la inflación no baja. Contra lo que pudiese pensarse, Kicillof pefere al ministro de Economía: recela del de Interior por algunos movimientos inconsultos que involucraron fondos e intendentes. A la vez, su alejamiento objetivo del Presidente no termina de afianzar su relación con Máximo Kirchner. Es cierto que el Diputado se sumó a la mesa bonaerense con ingerencia en la gestión, pero los recelos mutuos siguen porque son los dos exponentes más importantes de un mismo sector en el mismo territorio. Y ambos, con trajes distintos y estrategias diversas, aspiran a ser los hombres fuertes allí.
Un lanzamiento
Lo de Santilli será un lanzamiento en los hechos: el miércoles confirmará su pre candidatura. Lo hace como un intento de gesto ordenador de JUntos, para primerear en el intento de instalarse como quien busca superar el desorden que prima en esa coalición. El Diputado es, de entre todos los pre candidatos de esa fuerza, el que mayor nivel de conocimiento tiene. Marcha además primero en las encuestas que miden una posible PASO de Juntos. Pero tiene una nube en el horizonte: Horacio Rodríguez Larreta, su candidato a Presidente, viene en rendimiento decreciente frente a Patricia Bullrich, su principal oponente.
Bullrich, de hecho, aparece enfrascada en otro plan: tratar de sumar estructura radical a su armado. Dicen que, incluso, podría resignar a los tres pre candidatos a gobernador que tiene (Ritondo, Grindetti e Iguacel) por un representante de partido centenario, que le aporta una estructura territorial fundamental para llevar adelante una eleccción.
Una última novedad, esperada, fue la confirmación de que Fernando Burlando quiere ser candidato a Gobernador. Con el fallo Báez Sosa ya dictado y después de un mes de súper exposición mediática, el abogado compró un sello electoral y se metió en el juego. ¿Será la antesala de un acuerdo con Javier Milei? Es el sueño de Kicillof y la pesadilla de Santilli.
Por Andrés Lavaselli
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