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Panorama político: Cristina y Kicillof, reacción y tregua pero con límites

Por Andrés Lavaselli

Luego de dos semanas de fuego mediático intensísimo con los escándalos que protagoniza Alberto Fernández como munición repetida, la  oposición esbozó una primera reacción: Cristina Fernández recuperó centralidad en el kirchnerismo, espacio que, aun en contracción, sigue siendo mayoritario en el peronismo y selló una tregua –limitada- en la pelea bonaerense, requisito previo de un intento de torcer una agenda pública que le conviene a Javier Milei. Pero nada es lineal: al mismo tiempo aparecieron diferencias respecto de cómo combinará su jefatura con la estrategia presidencial de Axel Kicillof.

La condición de posibilidad del retorno al centro de Cristina fue una operación en la que es experta: transformar una cita judicial –la testimonial que dio en el juicio por el intento de asesinarla- en un hecho político: la foto de “unidad con los propios” en el Instituto Patria. La Expresidenta consiguió así dos objetivos importantes, 1) Instaló en la conversación pública la noción de que una condena a los autores materiales del atentado del 1/9/2022 es en realidad un paso en la impunidad de sus autores intelectuales, que ella liga al macrismo. 2) Pudo volver a “bajar línea”, esta vez sobre cómo salir de lo que podría llamarse el “efecto Alberto”.

“Ya sentamos posición sobre lo de Alberto. No podemos seguir hablando de lo que quiere el Gobierno”, dijo –palabras más o menos- Cristina en el Patria. Pidió centrarse casi exclusivamente en la situación económica, que golpea negativamente en día a día de la mayoría de los argentinos. Kicillof y Verónica Magario estaban presentes y acuerdan: en lo inmediato, es por ahí. Esa anuencia es una señal de distensión en el peronismo bonaerense. Afuera, la presencia de dirigentes como Andrés Larroque o Mario Secco, contribuyó a la escenificar la “tregua”, aunque en sus entornos limiten el respaldo al frente judicial.

Después de esta semana, en el peronismo nadie duda de que Cristina no optará por retirarse a un segundo plano como forma de estimular ese cambio de agenda que pide, algo con lo que algunos especulaban dado su rol en el encumbramiento de Alberto. Sí difieren las versiones sobre si será o no candidata en 2025. Pero ella hizo una alusión que quedó resonando, y puede contener claves sobre su futuro inmediato: dijo que es su reciente visita a México entendió que Claudia Sheinbaum ganó la interna de MORENA (a Marcelo Ebrard) y fue electa presidenta porque respetó hasta el final el liderazgo de Andrés Manuel López Obrador.

¿Una alusión a Kicillof? Nadie lo confirma, pero si se cambia Sheinbaum por el nombre del Gobernador y AMLO por el de Cristina, la advertencia podría ser evidente. En todo caso, hay interpretaciones alternativas de ese proceso: Sheinbaum ganó porque AMLO no la condicionó, dicen en algunos despachos de La Plata. Cerca de Kicillof miran otro espejo posible, también cercano ideológicamente: la relación, en la izquierda uruguaya, entre “Pepe” Mujica y Yamandú Orsi. Uno es el líder y el otro el candidato, pero el primero deja hacer al segundo. Trasladado a la política local: le deja componer sus propias canciones. “Ya nadie canta vamos a volver, el norte no puede ser el 2015, este es otro país”, dicen el kicillofismo.

Más que sutilezas hermenéuticas, ese juego de decodificaciones divergentes da pistas sobre un desacuerdo de fondo que persiste más allá de la táctica. Hay, además, hechos concretos: nadie creyó en La Plata que Máximo Kirchner se haya ausentado del Patria por sus compromisos en el Congreso, como se dijo desde su entorno. Pudo haber sido un indicio de que la guerra con Kicillof sigue por lo bajo, pero no rompió el impasse. El Gobernador activó la agenda que pidió Cristina: menos autocrítica por Alberto y más denuncia a Milei.

“Nosotros le agregamos una cosa clave: hacemos oposición en la práctica”, dicen en el entorno del Gobernador. La estrategia de Kicillof supone otra diferencia: en ese juego de construirse como un negativo del Presidente, da pasos que implican la nacionalización de su figura”.

Tres episodios jalonaron esa ruta esta semana. 1) El viaje a Brasilia para una foto con “Lula” Da Silva que el propio Milei no consiguió, pese a que, luego de los insultos del Presidente, la canciller Diana Mondino la buscó con ahínco. 2) La aparición en La Rioja junto a su Ricardo Quintela (¿rival de Wado de Pedro por la presidencia del PJ?) 3) El anuncio, junto a Estela Carlotto, de la creación de una “Unidad Provincial Especializada” que aporte a la búsqueda de nietos robados por los criminales de la dictadura, luego de que el gobierno nacional desmantelara la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad. (DIB)

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