MDPHOY se jugó desde un comienzo, sin dudas de por medio, eso sí, con preguntas que algunas nos contestamos y otras quedan en la subjetividad de los hechos, ya que los responsables de la política de la ciudad no pudieron mostrar razones válidas.
El tema de desastrosas estructuras de la provincia, el pase de “factura”, sin comerla ni beberla, para que se haga cargo Obras Sanitarias de los malos manejos de las cuentas públicas por parte de la provincia y del mismo municipio. El poner como escudo el “primero los niños”, dejó de ser un verso con asidero en la medida en que nadie explicó cuántos chicos de los barrios donde viven, quedaban relegados por las obras que tiene que reprogramar la empresa municipal. Como en todo lo que ha ocurrido en una nueva “década gastada”. Los dineros tratan de vestir lo de aquí, dejando al desnudo lo de allá. No hay imaginación. No existen los estadistas, tal como lo quiere hacer aparecer el jefe de gabinete provincial, Alberto Pérez, a su patrón, Daniel Scioli. Estadista es una palabra mayor y todo es menor en el balance de uno u otra. Mostramos. en este acto local, la foto sin el que debería ser el primer protagonista de este juego, el gobernador, ausente sin aviso. Ni siquiera llegó tarde, como suele hacerlo su maestra.
Quedó en el camino de nuestros cuestionamientos un claro juego de sucios intereses que buscan, cuando no hay más remedio, un oxígeno vaciando de contenidos genuinos a las únicas cajas disponibles. Lo lamentable es que, a la vista de todos, se rifaron, con todos los números comprados con la plata del pueblo, hasta a la “abuela”, en una fiesta de nombramientos, de gastos mal dirigidos, de caprichos trasnochados como tantos le hemos visto a Gustavo Pulti.
Pusimos en descubierto el egoísmo del sindicato de trabajadores de Obras Sanitarias, que no pone por delante la ciudad. Entraron al despacho del intendente con el malestar de los empleados de OSSE por la plata que se quería llevar el lord mayor y se fueron con el mensaje cambiado de una punta a la otra, pero con 10 millones de pesos, 12 nuevos empleados, que pasan por el sindicato, y promesas estatutarias para el 2015. Atrás de ellos quedan jubilados de la empresa municipal que ante aumentos no remunerativos registrados durante el año, no cobran aumentos en sus haberes hasta que cambie esta situación.
Así, los pasivos, algunos propios padres, tíos y/o abuelos de empleados, relegados. Al igual que otros trabajadores, que en el relato partidario, deberían ser “compañeros”. Pero no lo son. Están por debajo, en otro nivel. Son quienes, que a través de cooperativas o empresas de servicios, trabajan a su lado en condiciones vergonzosas. En un mensaje de igualdad, al cual adhieren de palabra, esto suena como algo demasiado bajo, por demás hipócrita y poco solidario. Y, por si fuera poco, tiraron la sede del sindicato y chau, ahora pagan alquiler. El principal capital de Obras Sanitarias, con todo esto, pierde en credibilidad. Había logrado históricamente, como herederos de otra empresa señera, Obras Sanitarias de la Nación, en una etapa de privatizaciones salvajes de los servicios sanitarios, ubicar a la empresa municipal en un ejemplo en todo el país. Era como una isla entre tanto despropósito. Si este era el objetivo, Mario Dell’Olio, llevando la bandera, lo logró con estos socios.
Es posible que nuestro deseo de igualdad, de obras para todos los niños, no se cumpla. Obras para las escuelas pagadas por provincia o municipio y emprendimientos en los barrios, pagados por Obras Sanitarias.
Pero, les podemos adelantar no perdemos como medio. Marcamos una conducta, principios y realidades no desmentidas. Fuimos capaces de investigar por sobre nuestras humildes condiciones. Encontramos mucho más de lo que buscábamos. Suele pasar en el periodismo cuando se logra confiabilidad. La consecuencia de esta fidelidad con la gente, hace que nos lean, nos alcancen, nos digan, nos alimenten. Gracias a muchos logramos datos y pruebas que no esperábamos. Y las mostramos sin miedos. No porque nos sintamos valientes. Más allá de lo periodístico somos ciudadanos que respiran el aire de este lugar y sabiendo lo que le debemos al mismo, tratamos de pagarlo. Es cierto, estamos politizados, distinto a partidizados (término que la computadora no acepta y nosotros tampoco). No entendemos otra forma de asumir esta profesión, este compromiso.
En síntesis. Sabemos que nos siguen más que antes y es otro desafío que aceptamos. A más lectores, más pensadores y esto no es poca cosa. Más críticos que tenemos que atender. Y por eso nuestro correo abierto y nuestras orejas atentas porque sabemos que no somos puros, pero nos podemos corregir, crecer.
No por esto nos consideramos ganadores. Todos perdemos mientras que en términos globales se entienda que la política es el recibir órdenes de los de más arriba, falsos ídolos o dioses. Y somos parte de la ciudad y si el resultado es como muchos vaticinan y aunque tengamos todavía un pedacito de fe en que se hará justicia, en la medida de que así no sea, nos anotamos entre los que pierden, como simples vecinos de Mar del Plata. Pero peleamos sin bajar los brazos. Sin cuidarnos de otros intereses mucho más poderosos y no hemos dado, ni lo daremos, un paso atrás. Hoy, aquí, ratificamos nuestra independencia para seguir por el camino de la libertad de prensa.