Obras Sanitarias, un mundo aparte… pero sospechoso

Más allá de lo que ocurre en el municipio, Obras Sanitarias configura un mundo aparte. Su personal y autoridades no sufren las angustias a la que está acostumbrado el empleado de la comuna, con las incertidumbres que significan todos los últimos meses el no cumplimiento del pago como corresponde acorde a las necesidades cotidianas de cada uno, esencialmente los de menores haberes. OSSE pagó el anteúltimo día del mes anterior lo que durante septiembre utiliza cómodamente su personal y autoridades.

Por sobre esta situación de pesos, todo es posible con una tarifa que históricamente es una de las más caras que el vecino ha pagado por los servicios sanitarios. Por si fuera poco sobre esta bonanza, obras sospechadas, sobrevaluadas mediante demoras incomprensibles y algunas subejecutadas pero abonadas totalmente, y otras graves anormalidades que no han sido investigadas.

Esto es consecuencia directa de la acción del intendente Carlos Arroyo que no dio lugar al CAMBIEMOS en la empresa municipal. A su desinterés por investigar lo que el mismo sospechaba antes, se suma el mirar para el otro lado del Concejo Deliberante en pleno, sólo con algunas tímidas rebeldías de contados ediles. Así se continúa avalando una situación institucional muy pobre que supo efectivizar desde años el todopoderoso y feudal Mario Dell Olio, similar a lo que mucho hemos visto en diversos distritos del país, intendencias y gobernaciones. La misma escuela.

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Entrado en Obras Sanitarias como vicepresidente, sabiendo todos que iba por más, en corto tiempo logró hacerse del primer lugar. Desde allí hasta los espacios son significativos en su intención de manejo individualista. En el sector donde funcionaba todo el Directorio, se quedó sólo. Los demás, lejos de su presencia y con todos los papeles en su amplio escritorio. Nada se mueve si no pasa por sus manos, muchas veces en forma caprichosa y siempre imperativa.

Hoy todo el descontrol institucional, no permite dudas cuando se analiza con sentido común, resulta deliberado, consolidándose y magnificándose con la nueva gestión. El art. 8º de la Ordenanza 7446 que regula el funcionamiento de OSSE, estipula que sus autoridades son: presidente, vicedirector y director suplente. La página oficial en los últimos tiempos muestra un presidente, Dell Olio y un director: Oscar Goñi, quien representa al Sindicato de Obras Sanitarias. En este último cargo ya se habla de un recambio, cumplido el ciclo que hace que la jubilación le llegue al denominado director obrero, con una carga substancial en sus haberes. Ahora se prepara para diciembre, probándose anticipadamente la ropa de tan preciado cargo, el Secretario General del SITOS, Daniel Díaz. De esta manera buscará otra despedida con buenos pesos para cuando le llegue su tercera edad.

Vale recordar que ya ocurrió con la primera directora obrera, Ángela Di Pierro, quien merced a su poca intervención en favor de la empresa y sus compañeros, terminó alejada de toda la gente de Obras Sanitarias.

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Lo curioso de todo un accionar que satisface plenamente a Arroyo, es que OSSE financia, con dineros de los vecinos, operaciones de prensa en medios contrarios a la actual gestión. Desde la empresa municipal también se aportaron fiscales al equipo de Pulti para la elección, algunos apretados de tal manera que ni siquiera iban a votar a Acción Marplatense. Por si fuera poco, la Síndico de Obras Sanitarias, Contadora Mabel Segura, surgida igualmente del propio sindicato, también participó de la campaña de Gustavo Pulti en la última elección.

Esto, la figura del Síndico, es asimismo un capítulo muy particular en Obras Sanitarias. La ordenanza que mencionamos señala específicamente que debe existir un titular y un suplente. El último no existe cuando la función esencial de esta persona es la de fiscalizar día a día los manejos administrativos, especialmente en los números, tenga o no tenga licencias el titular. No deja de ser esto otra grave falencia que se avala desde todo el espectro político de nuestro partido. Nadie actúa y todos se hacen los distraídos. Es una muestra cabal de que la ciudad de Mar del Plata adolece de una grave crisis institucional que nadie se propone cambiar.

Si revisamos la democracia desde 1983 para aquí, la caída es realmente notable y cada vez más visible. Quizás sea producto de que algunos representantes, la mayoría, creen que deben ser como la Justicia: ciegos.

Redacción – mdphoy