Una alianza en ciernes entre peronistas y radicales –que se mantendría incólume aún por muchos años- se había planteado el objetivo de voltear el gobierno de Aprile e instalar en su lugar al entonces concejal Daniel katz.
No escatimaron esfuerzos en el intento; tomas del edificio municipal y un largo acampe de sectores piqueteros útiles a la maniobra le dieron marco a una intentona que a poco de andar tendría los resultados esperados por los armadores de la maniobra.
Harto de la traición de propios y extraños y sin fuerzas para intentar una resistencia, Aprile abandonó el poder y fue suplantado –no sin pasar por alto el orden sucesorio- por una entente tan vergonzosa como antidemocrática que se encaramó en el mando de la ciudad y comenzó un largo período en el que los negocios particulares se pusieron por delante del interés general.
De la mano de aquel resultado electoral –que le aseguraba al actual Intendente un triunfo amplio en los comicios de renovación ejecutiva del 2003- Pulti sólo debía dejar hacer para llevar agua para su molino.
Así se lo aconsejaban muchos de los que por entonces lo acompañaban y con ello intentaban seducirlo desde los mismos sectores de la oposición involucrados en el objetivo de hacerse del poder comunal.
Sin embargo, y sabiendo que con ello lesionaba sus propios objetivos políticos de circunstancia, el líder de Acción Marplatense defendió la institucionalidad e hizo todo lo posible por facilitar las cosas al golpeado Aprile para lograr lo que aparecía como imposible: que llegase al final de su mandato.
La opinión pública –enceguecida de furia contra todo lo que representase un gobierno- también empujaba fuerte para que se produjese un cambio.
Tal vez por las graves dificultades reinantes pero sobre todo por estar ajena a lo que se urdía entre bambalnas, la ciudadanía no llegaba a comprender lo que estaba en juego y mucho menos a evaluar las manos que esperaban la caída del jefe comunal para apropiarse de todo lo que se movía alrededor del municipio.
Y esa misma ciudadanía castigaría a Acción Marplatense y a su jefe en las elecciones que llegarían algo más de un año después.
En aquella circunstancia Pulti eligió por la legitimidad y las instituciones sabiendo que ello postergaba su deseo de gobernar Mar del Plata.
No alcanzó para salvar a quien no quería ser salvado pero supuso uno de los escasos actos de responsabilidad institucional que una historia democrática plagada de bajezas y zancadillas reconoce en la Argentina contemporánea.
El tiempo puso las cosas en su lugar: los “sediciosos” de entonces debieron irse por la puerta de atrás encastrados por un desprestigio que difícilmente puedan sacudirse en el futuro.
Y aquel que había optado por el vano intento de salvar la legitimidad fue elegido un lustro después para el cargo que todavía detenta.
Hoy las cosas se han invertido.
Pulti sale de las elecciones de ayer sufriendo un duro golpe electoral que lo coloca en una situación de debilidad de cara a los próximos y fundamentales dos años.
Y es justamente aquella UCR de entonces la que se alza con un triunfo claro y merecido que va a depositarla en la Presidencia de un Concejo por el que pasará, como entonces, todo el fragor de la vida pública de la ciudad.
¿Tendrán presente los nuevos protagonistas aquella parte de la historia?, ¿pondrán todos sus esfuerzos al servicio de la institucionalidad?.
¿Recogerá de la clase política el Intendente el fruto de aquella siembra destacable de 2001-2002 como luego supo hacerlo del voto popular?.
No nos engañemos, vienen tiempos muy difíciles para la ciudad y su gobernabilidad.
Pulti tendrá que entender el mensaje de las urnas y actuar en consecuencia ajustando su organización de gobierno y confiando en personas con prestigio y experiencia para que lo acompañen en la tarea de gobernar tendiendo puentes.
Pero los nuevos dueños del humor social deberán mirarse en su espejo para entender cual es el equilibrio de poderes que aporte a la vigencia de las instituciones y cuales los límites que en ningún caso deben ser traspasados.
Como él lo hizo en aquellos años…aún sabiendo que obrar correctamente iba a costarle una elección.