El auxilio de la Prefectura Nacional, reuniones y más promesas del Ministerio de Seguridad de Daniel Scioli, cámaras de seguridad, fondos afectados cuya diligencia levantaron sospechas y una nueva demostración popular espontánea, opacaron el brillo el brillo del sol de la temporada que se apagó.
El viernes por la noche miles de personas (como ocurrió en el caso Melina), en su mayoría jóvenes, sólo portando velas, batiendo sus palmas y reclamando justicia, se juntaron por Franco. Los movilizó una muerte absurda, de la cual no debe despegarse a un poder judicial, emparentado con la facilitación de hechos aberrantes. Las leyes existen; ¿pero cómo se aplican? El ciudadano común ya agotó el crédito con esta administración de justicia. Un sistema que ha colapsado, y así como se judicializa la política, la justicia está politizada.
Cómo lo indica su manual de perfil mediático, el gobernador Daniel Scioli, de manera pública reclamó que rápidamente, se esclarezca el asesinato de Franco López. Hay una estrecha conexión de la política con la justicia, está imbricada cada vez que es necesario, cuando un tema complica, generalmente, al oficialismo.
Caer en los tribunales, en busca de justicia, ser un damnificado, una víctima, un querellante es darle paso a una utopía. Un gran porcentaje de delitos de diversos tipos, son cometidos por reincidentes, que han recibido una, dos, tres o más sentencias con sus respectivas condenas.
¿Por qué la sociedad, lo debe seguir padeciendo? Se los habilita desde las propias oficinas judiciales públicas, para una nueva comisión de delitos, no se protege a la sociedad, muy por contrario, aumenta su desamparo y su desprotección. Se estimula la impunidad, con tecnicismos armados, que no extrañamente favorecen a los delincuentes, no es una casualidad.
El papel de los fiscales y su poder de investigación, tienen relativa incidencia. El ejemplo más claro (pero no el único) es la fiscal del Caso Pomar, ocurrido en proximidades de Pergamino. El Ministerio Público Fiscal, se encuentra desbordado y desprestigiado. Hay rostros que no tienen la pantalla de un político, de una vedette o de un futbolista, pero están parapetados en sus despachos, pagados por los contribuyentes, como los maestros, los enfermeros y la policía.
No hay instrumentos ni estructura de investigación, quienes deben aplicar justicia están en la maraña de la burocracia. Con evidencias, con pruebas, con testigos hábiles, todo se vuelve inútil, son desconocidos, pero le arruinan la vida, o se la hacen perder a inocentes, destruyendo familias y permiten que los delincuentes continúen asesinando, estafando y defraudando. Los Tribunales son las escuelas sin bancos, los hospitales sin camas y la policía sin equipamiento.
El 2010, del cual ha transcurrido la cuarta parte, se ha dedicado casi con exclusividad a una confrontación del poder político con el poder judicial, cuya familiaridad es atinente hasta el asombro. La independencia no es tal, ni la división de poderes es cual. Quien decide incursionar como concejal desde la política, puede acceder los máximos cargos de la estructura judicial, como el Ministerio Público Fiscal. Sólo un paso, una bendición partidaria, que ha acumulado 25 años bajo el mismo color.
¿Por qué Scioli, reclama urgente esclarecimiento del asesinato de Franco? Sabe que su gran talón de Aquiles, es la inseguridad. El tema de la inseguridad, tiene directa relación con la administración de justicia. Reincidencias, antecedentes e imputabilidad, arrojan un escalofriante estado de indefensión ciudadana. Colegios de magistrados y abogados, con sus respectivos tribunales de disciplina, también forman parte de un carrousel de desaciertos, que va construyendo una sociedad cada vez más postergada, frente a la evidente falta de justicia. La mala praxis jurídica y el prevaricato, son moneda corriente y gozan de inmunidad
Este es un tema en el que coinciden expertos en Derecho, cualquiera sea su especialidad.
Este es un déficit, que debe mensurarse, como las reservas del Banco Central, el pago de los bonos externos, la inflación, la desocupación, la indigencia y la pobreza. Acceder a la justicia, es un privilegio, que tiene directa relación con la capacidad económica de los protagonistas.
Es en vano intentar sortear los vicios de un sistema. Quizás el más cruel, ya que el mismo, está en manos de quienes no distinguen ni daños ni perjuicios ni reparaciones de gente honesta e inocente, para darle la derecha a quienes precisamente se desenvuelven al margen de la ley, justamente lo que deben defender constitucionalmente, por el interés general. No será justicia.
Jorge Elías Gómez
jgomez@mdphoy.com