Por nota presentada ante el deliberativo, el concejal Mario Rodríguez, pidió que el titular de la Dirección General para la Promoción y Protección de los Derechos Humanos del municipio, José Luis Zerillo, tome actuación y se manifieste ante los dichos del periodista del diario La Capital, Gerardo Gómez Muñoz, quien tildó de “mogólicos” a ediles de la oposición. Pero aclaremos un punto antes de tratar de analizar, dado títulos tan rimbombantes que hoy adornan las funciones. Zerillo es, nada más y nada menos, que el director de Derechos Humanos de la comuna.
Ahora sí, pregunta clave. ¿Funcionan efectivamente las instituciones oficiales de Derechos Humanos?
Vayamos a otra muestra en diferente nivel, el provincial, donde es secretario de Derechos Humanos, Guido Carlotto. Nota de agosto de 2012, de un ciudadano reclamando por la actuación de un organismo también provincial. Previo (junio del mismo año), contacto previo mediante correo electrónico oficial, reclamando el accionar del titular. En ninguno de los casos respuesta alguna, para bien o para mal. Llegado abril de 2013, nota a la señora madre del secretario, doña Estela de Carlotto, llamándole la atención sobre esta situación, sabiendo lo que significa el silencio para quienes sufren se consideran agredidos en sus derechos humanos. A los 10 días de esto, el ciudadano recibe un correo del organismo provincial, medio año después, señalándole que su trámite estaba gestionado. Aquí medió el chas chas en la cola de la madre al hijo. De ahí en más nuevamente el silencio. De todas manera, este año, José Scioli, operador de su hermano gobernador, saliendo de una reunión de gabinete bonaerense, se manifestaba sorprendido por todo lo que se hace en la provincia y destacando especialmente los dichos y hechos de Guido Carlotto, en pos de cuidar los derechos humanos. Una opinión conocedora de los dichos del funcionario pero no de los hechos que recibe el ciudadano y así nunca se aborda a la verdad.
Pero en cuanto a la primera, lo local. Si alguien le tiene que llamar la atención (Mario Rodriguez), pedir actuación, exigir que se jueguen por los derechos humanos, el que está en ese lugar tan sensible (José Luis Zerillo), no representa los intereses comunes en tanto y en cuanto discrimina mirando aquí pero no allá. Todo conforme a los intereses que se tocan. Si es el mismo gobierno el que discrimina o si hay alguna persona a la cual no se la puede molestar. Los funcionarios, de una vez por todas tienen que meditar en que si bien son elegidos por tal o cual gobernante, todo lo paga el pueblo y esa retribución es para que se cuiden las instituciones y que se busque la corrección adecuada si algo no está bien. Lo que pasa, y es cierto, que los cargos políticos están muy bien reconocidos y es preferible perder los principios antes que el esperado día de cobro.
Y, la calle está dura. Si lo sabrán los que logran juntar mucho menos, con demasiado esfuerzo, para tratar de llegar a fin de mes sin ningún tipo de privilegio, por el contrario, con el castigo cotidiano de la irrefrenable inflación. Una mayoría que igualmente mantiene en alto su dignidad. Y así sí vale, para fundamentar con valores humanos una auténtica sociedad.
Miguel Toscano