El enfrentamiento por ahora subterráneo que crece entre Hugo Moyano y el Gobierno tiene un objetivo claro: redirecccionar hacia el transporte por camión parte de los subsidios que en la actualidad se destinan a los colectivos y a los trenes. Así se lo transmitió el dirigente a Alberto Fernández por carta, en forma personal, y hacia adentro del Ministerio de Transporte a través de los funcionarios que le responden. Fue una secuencia que sonó a ultimátum en el mismo tono en que Cristina de Kirchner le hizo saber al Presidente, en una carta pública, que su paciencia se acercaba a un límite.
Una semana después el camionero volvía a entrar a la Casa de Gobierno para verse –casi- a solas con Alberto Fernández. El mismo día que el jefe de Estado realizaba un acto protocolar con la CGT en la Rosada para presentar el proyecto de ley de creación de comités mixtos de seguridad e higiene en las empresas, Alberto hacía un parate en la agenda para una charla “privada” con el dirigente, como la definieron en Presidencia. El único testigo del encuentro fue Jerónimo, el hijo menor de Moyano y quien se convirtió en su sombra en los últimos tiempos tanto en sus trajines en Camioneros como en el club Independiente.
En la conversación el dirigente repasó el rosario de quejas que había plasmado en la carta que firmó como secretario general de la Federación Nacional de Trabajadores Camioneros. Casualidad o no, 10 días después, el viernes último, el mayor empleador individual del gremio, la empresa postal privada OCA, salía de la quiebra. La compañía representa uno de los mayores desvelos del camionero al contar con más de 6 mil trabajadores directos encuadrados en el convenio colectivo 40/89.
Los planteos contenidos en la misiva, sin embargo, prometen ser objeto de una pulseada de más largo plazo. A grandes rasgos el dirigente expone allí que a pesar de ser el transporte por camión responsable del movimiento del 95% de lo que produce la economía argentina, recibe como compensación un número nimio de subsidios estatales. En comparación, sobre todo, con los que perciben según su cuenta el colectivo y el ferrocarril, los servicios centrales que utilizan los trabajadores para movilizarse hacia y desde sus puestos de empleo.
“En febrero señalamos que nuestro sector era por lejos el que mayor aporte al sostenimiento económico de todo el transporte y el único que no recibía ni el mínimo paliativo a sus acuciantes problemas. Cada trabajador del transporte de cargas paga de su bolsillo el impuesto al gasoil, el examen psicofísico, la capacitación, la revisión técnica obligatoria, los peajes, el impuesto al salario que sostiene los gastos del sector público tanto nacional como provincial y municipal. Debe afrontar los permanentes incrementos de costos y ser la variable de ajuste del famoso costo logístico argentino con tarifas siempre deprimidas e irreales. Mientras vemos que no se hace nada para solucionar la cuestión de la obsolescencia del parque automotor ni las condiciones laborales en las esperas para ingresar a los puertos, también vemos que el Estado se asegura de tener siempre colectivos nuevo y relucientes, de invertir en trenes, en vías, en aviones, en aeropuertos”, destaca en un párrafo.
Ya en febrero de este año, Moyano había acudido a la Rosada para otra reunión con el Presidente en este caso al frente de una comitiva de empresarios del transporte de cargas. Como reveló este diario, en esa oportunidad refrescó la necesidad de reanudar un beneficio del estilo del Régimen de Fomento para la Profesionalización del Transporte (Refop), que había instaurado en su gestión Néstor Kirchner para reintegrarles los aportes patronales a los empleadores del rubro siempre y cuando tuvieran a sus choferes en el convenio de Camioneros, y que Cristina de Kirchner derogó en 2012 como represalia por la ruptura política con el dirigente.
En la carta Moyano no disimula sus intenciones: “nuestro sector aporta el 60% del impuesto al gasoil. Lo recaudado va al Fondo denominado Sistema de Infraestructura del Transporte. Se reparte por partes iguales entre Obras Públicas y Transporte. La parte que va a Transporte, según dispone el decreto 301/2018, se distribuye entre los colectivos y los trenes de pasajeros. Ahora bien, el impuesto al gasoil tiene como uno de sus objetivos normados la asignación de fondos destinados a la mejora y profesionalización de servicios de transporte de cargas por automotor. Los colectivos aportan en impuesto al gasoil un 5% al fondo de Infraestructura de transporte y reciben un 32,5%. Los trenes de pasajeros aportan una porción insignificante y reciben el 17,5%”.
El cierre del documento le suma dramatismo. Pide que el transporte por carretera deje de ser “el caballo Boxer del libro Rebelión en la Granja, que se murió cinchando para sostener al resto de los animales”. Y sigue con las metáforas para reclamarle al Presidente: “miremos de una vez el transporte de cargas y las necesidades de sus trabajadores como el médico revisa a su paciente. Tengamos un transporte de cargas saludable si queremos poner al a Patria de nuevo en movimiento”.
.Por Mariano Martín
mmartin@ambito.com.ar.
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