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Montenegro o dime de qué presumes y te diré de qué careces

Entre el humo y la falsa austeridad. Una de las grandes artes de la política parecería ser mostrar como un logro propio algo que ya estaba hecho de antes. Por ejemplo, inaugurar una obra pública que ya había sido inaugurada por otro intendente, gobernador o presidente. Suele pasar con escuelas y hospitales. También, por qué no, hacer bandera de una medida que en verdad aplicaron gestiones anteriores.

Sobre esto último tiene experiencia el intendente Guillermo Montenegro, que se ufana cada tanto de un descuento de su sueldo y el de sus funcionarios, cuando estamos ante una medida que se aplicó durante dos años en la gestión anterior de Carlos Arroyo, el jefe comunal que Cambiemos se ocupó de barrer debajo de la alfombra.

El de la donación es un gesto que se agradece, claro que sí, pero con los gestos sólo ganamos al Truco. Gestionar es otra cosa y también estaría bueno saber qué se hace con esos fondos, sobre cuyo destino no hay demasiada claridad.

En todo caso a Montenegro no le hace demasiado donar un 20% de su sueldo porque con su hábil ubicuidad política, su paso de legislador nacional a jefe comunal le aportó un salto cuantitativo a su billetera, por lo que ya no precisa los descuentos de la Cuenta DNI para llegar a fin de mes.

Recordemos que el hombre del PRO fue elegido como diputado nacional en 2017 y debía cumplir un mandato de cuatro años, pero en diciembre de 2019 renunció a su banca para asumir la intendencia de General Pueyrredon.

Con las cifras actualizadas, el intendente pasó de ganar $ 310.000 por mes como legislador (la dieta que sortea Javier Milei, por ejemplo) a $ 1.015.330,08 de bruto por mes como jefe comunal. Un beneficio que por mérito propio se extendió por 24 meses.

La diferencia fue de 700 lucas mensuales, como se dice en el barrio. Setecientas lucas a las que no les hizo demasiada mella “perder” un 20% como humilde donación, gesto que hace más humo que los chorizos que tanto les molestan a los militantes PRO.

Según lo determinado por ordenanza, el jefe comunal recibe un sueldo equivalente a 16 sueldos básicos, valuado en $ 63.458,13.  Y así es con otros cargos: los presidentes de entes descentralizados reciben 9 sueldos; los subsecretarios, vicepresidentes de entes y delegados municipales 7. Y así sucesivamente, hasta el escalafón más bajo que es de 2,5 sueldos básicos para directores coordinadores.

Mientras Montenegro sobreactúa austeridad bajándose el sueldo y posando para las fotos con el mismo sweater bordó (una suerte de reemplazo del piloto de Arroyo), aumenta la planta municipal de cargos políticos en una cantidad que casi duplica a la de la anterior gestión.

Falsa austeridad que se pone en juego cada vez que se negocia un acuerdo con el Sindicato de Municipales y se hace un pichuleo de uno o dos puntos por trimestre en el sueldo de los trabajadores municipales.

Porque el ascenso social, para Montenegro y sus funcionarios, empieza por casa.

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