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Montenegro anunció la venta de un paquete de deuda morosa

 

 

 

Por ahora caminan las excepciones y las compensaciones, pero son insuficientes, el gasto no se lleva bien con la cobrabilidad en medio de una crisis generalizada. Y hay que hacer política, anuncios más expectativas, recrear la agenda para instalar títulos.

Con mucha vivienda deshabitada, ocupada parcialmente Montenegro decidió ir por los morosos difíciles, “los que tienen y no pagan”. Y dejó expuesta otra falla de gestión la Agencia de Recaudación Municipal. Contratará equipamiento, personal adiestrado, tecnología hasta dar con quienes no están al día con sus obligaciones. También lo expresó como intención bajar los impuestos en función de los resultados.

Estos intentos suelen provocar serias dificultades sociales, en algunos casos que no son contemplados y generan disputas entre las partes de difícil resolución. Es como comprarse un problema, hay que contemplar que habrá una empresa privada que intentará resarcir sus esfuerzos o sea el retorno a las arcas de la regularización de la deuda municipal en cualquier concepto.

El intendente (ver link con audio aparte) se refiere a una licitación que tiene en el caso de Montenegro una acepción muy amplia, difusa o distendida. Es de manual dejar caer un servicio y prestación, para luego privatizarla y/o buscar terceros que cumplan  con los objetivos. Las licitaciones públicas no existen en el universo oficialista.

En este caso y de acuerdo a la información recogida, de trascendidos provenientes de fuentes muy bien informadas, la selección está decidida como ocurrió con el tratamiento del predio de disposición final de residuos o el estacionamiento medido, que ya se ha filtrado como un traje a medida. Hay sobres pero no con ofertas de compulsa de precios. No hay competencia entre oferentes.

Y le dejaron la puerta abierta … Mar del Plata va hacia una clara política de vaciamiento municipal. Montenegro con su proyecto de proyección política tiene las herramientas para ir por el achicamiento de las estructuras que no supo, no quiso o no pudo administrar eficientemente.

No hubo política de personal y estalló un conflicto que no dejó de escalar. Hubo disputas de familiaridad con planteos políticos, esencialidad, determinación de descuentos salariales que prorrogaron litigios en un marco de confrontación. Los marplatenses sufren, padecen y son rehenes de Montenegro y Kicillof.

El clima de negocios que instaló el oficialismo, con una mayoría propia deliberativa que le da un hándicap a manera de carta blanca, fija un contexto favorable a la articulación de la intervención privada avivada desde la administración pública.

Ya ingresando en su sexto año de gobierno el intendente, hace suyo un régimen que puede advertirse camina inexorablemente hacia un vaciamiento y/o achicamiento del estado municipal, como en otras comunas bonaerenses de distinto color político.

Hace una semana, Montenegro obligó a una foto oficial como una especie de retrato cómo será el futuro inmediato. Sin recursos de ninguna naturaleza, la talla será la creatividad que demandó a sus funcionarios políticos para chupar fondos.

 

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