El equilibrio es uno de los fundamentos de la República. Es saludable para la vida institucional de cualquier poder legislativo que las fuerzas políticas tengan que lograr consenso para hacer realidad sus propuestas. Porque el debate de puntos de vista mejora la posición inicial, la transforma, la completa. El problema aquí no es una mayoría circunstancial, sino el abuso de ese recurso que la democracia permite. La voluntad popular puede otorgar mayor representación a una expresión política y eso no está en discusión, pero esto no da derecho a extralimitarse desmereciendo minorías.
Esto es lo que se puso en juego en la elección del pasado domingo: la necesidad de reinstalar en la ciudad la pluralidad y el consenso. No va en detrimento de nadie tener que acordar ideas con los demás; por el contrario, lo que genera es un fortalecimiento del cuerpo colectivo, porque no debemos olvidar que les debemos a los ciudadanos la calidad institucional que nos reclaman día a día. En tal sentido, si las decisiones se debaten y no son un mero ejercicio de superioridad numérica, saldremos con renovada fuerza hacia el vecino, porque cada presentación en el Concejo deberá ser revisada, discutida, reformulada y perfeccionada de cara a su promulgación.
Estamos orgullosos de fortalecer la República. No sólo en esta elección, sino como la fuerza política que incluyó cinco listas en la elección primaria y cuyo comportamiento frente a la responsabilidad de la consolidación de un proyecto colectivo fue ejemplar y verdaderamente democrático.
Celebramos el acto cívico del domingo como un nuevo paso en el fortalecimiento del mejor sistema de gobierno que existe. Queremos más democracia y más debate de ideas. Así lo expresamos en esta campaña, así lo haremos en el nuevo equilibrio que alcanzó, por decisión libre y popular, nuestro Concejo Deliberante.