Jorge Elias Gomez, Opinión

Mar del Plata, recen por mí

El padre Gabriel Mestre fue designado el 19 de julio de 2017, como futuro obispo de la Diócesis de Mar del Plata. Un día después, celebró el Día del Amigo con un desayuno en las instalaciones del Hotel Hermitage, obviamente, aún antes de haber sido ungido con los símbolos de la liturgia de la Iglesia Católica, ya había recibido otra bendición.

Mestre no era un recién llegado a Mar del Plata, sabía muy bien quién es quién en la ciudad, y era necesario emitir otro tipo de señales, transmitir otra clase de mensajes, los más diáfanos posible, por ejemplo. El diablo siempre mete la cola. No es un dato menor aunque lo parezca. Hombres de la Iglesia Católica, son silenciosos aliados de la gobernación, en las situaciones más complicadas.

Ayer, monseñor Mestre debió zanjar diferencias, tras un acuerdo explícito con la gobernadora de la Provincia de Buenos Aires, María Eugenia Vidal, en el conflicto que mantienen la administración municipal con el Sindicato de Trabajadores Municipales, bajo la modalidad de quite de colaboración, o dicho de otra manera cobrar sin trabajar, más singular para traducirlo y saber de qué se trata.

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Falló la política, falló la justicia y se debió apelar a la sotana, en una clara demostración de un fracaso entre las partes en disputa. El obispo Mestre, ya había calificado al gobierno del intendente Arroyo como una administración desbordada pero sin mala fe. Es necesario, y hasta imprescindible, ir contextualizando los datos que conducen a las horas que transcurrimos.

Con esta instancia, saldrá gratuito que se hayan apilado ataúdes, que se haya contaminado el medio ambiente, que hubiera conductores circulando sin registro habilitante, que no haya habido controles de alcoholemia, que hayan proliferado vendedores ambulantes  no registrados, que no se convirtiera Rivadavia en vía peatonal, que no se presten servicios esenciales, que no se recaude y que en definitiva reine el caos, como finalmente se quería exhibir.

Arroyo en CAMBIEMOS es el PRO. Es Lilita enojada en Exaltación de la Cruz. Es Festa en la recuperación K de Moreno, es Bertellys en Azul, etc. etc. etc. las versiones difieren según el ámbito de la incumbencia política. Y Agrupación Atlántica, es el mojón que se enterró en el kilómetro 404 de la autovía Juan Manuel Fangio.

Hoy la apuesta es Guillermo Montenegro, un hombre con color amarillo, quien viene de una experiencia electoral francamente desoladora en San Isidro a manos de Gustavo Posse. La cantera de Macri no es Casa Amarilla, futbolísticamente hablando.  Hoy está abierta la disputa dentro del espacio de CAMBIEMOS, y no sería raro que Montenegro salga a tocar timbre solo en el Barrio Fortunato De La Plaza. Es un huérfano político por estos lares, apoyado en Lucas Fiorini, un senador sin luces, quien se apropió de una banca y fue echado como un delincuente del Frente Renovador.

 

Con Arroyo, la conversión no sólo falló, sino que éste subió la apuesta y va por la reelección por lo menos hasta nuevo aviso. CAMBIEMOS entró en emergencia, sino en pánico, ante los 600.000 electores de General Pueyrredon,  a los cuales habrá de acudirse durante este año que ya está en la cuenta regresiva para ratificar o reemplazar mandatos oficialistas.

Cuál es el espíritu de amnistía en CAMBIEMOS, para los gobernantes errados en algunos casos, o el ánimo para aplicar el indulto, en otros, que han conducido el 75 % del mandato conferido para acabar con lo que nefastamente se autodenominó como la década ganada. Sin embargo no estuvo lejos de la continuidad a manos de un delincuente como Daniel Scioli, quien dejó en ruinas toda la provincia y sus instituciones. De allí, surge la excluyente idea de polarizar con CFK.

La prolongación de este conflicto gremial, cuyo problema de fondo es estrictamente político, no casualmente se enmarca en un año electoral, exhibe a los medios capitalinos la derruida e interesada imagen de una ciudad sumida en el “caos” desde hace 28 días debido a la parálisis de los servicios municipales.

Cómo es alentada una medida de esta naturaleza en la ciudad que es escolta nacional en el índice de desocupación, y en un gremio con salarios promedios que van por encima de la media en el país y beneficiado con privilegios desconocidos en cualquier otro rubro del país, sostenidos por contribuyentes que nada reciben a cambio (como en este caso). Todo, absolutamente TODO, fue arrancado a través de acuerdos políticos con autoridades municipales de otrora, que dejaron en bancarrota a la comuna y dejaron el muerto para levantar. Éste era el clímax que era necesario mostrar, y funcionalmente, la política lo consiguió.

Un escenario alentando por las recurrentes “advertencias” del presidente del bloque de Unidad Ciudadana, Daniel Rodríguez, quien camuflado de Nostradamus viene  agitando las aguas con sus viejas mañas de activista sindical y la remanida cantinela que  “estamos viendo las consecuencias de todo lo que habíamos advertido”.

Mientras desde la Federación de Sindicatos Municipales Bonaerenses, su referente máximo, Rubén García apuntando contra el hombre del impermeable azul, descerrajó“Arroyo es un hombre mayor, dudo que esté en sus cabales”.Asimismo desde la victimización del gremio que conduce su amigo personal Antonio Gilardi, García  trazó un parangón con las persecuciones cristianas durante el imperio Romano y   descalificó al jefe comunal de General Pueyrredón como “el Nerón de Mar del Plata: está prendiendo fuego la ciudad”

Por su parte, el guardavidas y referente gremial sciolista, Néstor Nardone pingüe ganador en los gambitos de las mesas de paño, quien advirtió también que el conflicto de los guardavidas derivara en el coctel Molotov que los sectores interesados en la desestabilización del gobierno municipal  promueven como aperitivo del verano.

Nada para rescatar, material descartable. Para la fe, sólo hay que rezar por Mar del Plata.

Jorge Elías Gómez

jgomez@mdphoy.com

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