Mar del Plata, el propio Waterloo de Scioli

“Scioli trabajará personalmente Mar del Plata, la ciudad a la que dedicó más días de su vida y menos tiempo en la campaña, con resultados magros”, dice Leonardo Mindez, en su nota que titula “En la Provincia, Scioli se juega el cielo o el infierno”, en la cual adjudica su crucial coyuntura para calzarse la banda presidencial.

Scioli sabe muy bien que no puede perder en Mar del Plata, si pretende coronar con éxito esta carrera hacia el sillón de Rivadavia. Es una referencia que no cabe en su mapa electoral, se clavó en 31,36 % y quedó a 7,48 % de Mauricio Macri. Casi una paradoja casi los mismos porcentajes que a nivel país, pero al revés. Es una estocada que encendió una luz anaranjada, casi roja, en su campaña.

El gobernador que se instaló en Mar del Plata para hacer campaña en el último verano, cuenta con un intendente capaz de satisfacerle hasta su más mínimo berretín. Con el incondicional respaldo del multimedios La Capital y también de los canales de aire de la ciudad, aunque en formas menos jugadas, pero obvias, para quienes hacen un módico seguimiento de las líneas que se editan.

Para Scioli la ciudad es un juguete naranja, pero no escapa al criterio del electorado que todo ha sido sólo pintura. Y se lo hicieron saber en las urnas, es una herida  profunda, inesperada, que no concibe ni en una de sus peores pesadillas.

Sus millonarias pautas con los medios compinches, no fueron capaces de torcer la voluntad los 135.907 votos de los ciudadanos, que no han vivido de sus prebendas, de su marketing, y que muy por el contrario, han sufrido la inseguridad, la falta de calidad en la educación y la salud pública, el estado de las rutas provinciales y todo lo que atañe a una precariedad manifiesta del rumbo que se marca desde La Plata.

Es más en la carrera a la gobernación, con los reales buenos aires de María Eugenia Vidal, la diferencia se estiró a 10 puntos, en lo que debería ser un análisis de esa mala calidad de gestión, que no pudieron revertir juntos ni el alto  nivel de rechazo que provoca Aníbal Fernández y el atildado Julián Domínguez.

Es el dato más preocupante que dejó la elección del 9 de agosto para Daniel Scioli: el 39,49 % que obtuvo el Frente para la Victoria en la provincia de Buenos Aires es el porcentaje más bajo en una elección presidencial desde el retorno de la democracia en el distrito en el que el peronismo cimenta sus victorias.

Un dato estadístico más: el resultado del peronismo en la Provincia es casi calcado al que termina promediando a nivel nacional. Conclusión: debe trepar a 45 puntos en Buenos Aires si quiere ganar en primera vuelta.

Tras la semana de pesadilla de las inundaciones y el viaje a Italia, el gobernador bajó a su tropa el mandato de apuntar todos los cañones a la provincia. El mismo espera el envión de una victoria en Tucumán este domingo para bajar la frecuencia de sus visitas al interior y priorizar las recorridas bonaerenses. A veces, junto a Aníbal Fernández. Otras, con Julián Domínguez o el cacique local. Lo que convenga.

Pero antes de empezar a sumar, necesita no perder votos. Por eso, lo primero que hizo tras las PASO fue conversar con Fernando Espinoza (La Matanza), Darío Giustozzi (Almirante Brown), Mariano West (Moreno) y Raúl Othacehé. El mensaje a los caciques derrotados para que trabajen para las generales y no ofrezcan sus votos al mejor postor fue claro: la victoria de Scioli es la última oportunidad de un refugio después de diciembre.

Luego, el gobernador posó su mirada en un listado que le prepararon con una veintena de municipios (San Nicolás, Salto, Bolívar, Olavarría, Carlos Casares, Villa Gesell, Capitán Sarmiento, Puan, Berazategui, entre otros), donde el intendente del FpV sacó entre 10 y 25 puntos más que la boleta presidencial. Algunos de ellos venían jugados con Florencio Randazzo y le quitaron el cuerpo a la candidatura de Scioli. A los del grupo Oktubres les reclamó ayer compromiso con la boleta completa en las generales.

Otros son jefes comunales consolidados que, con picardías o sin ellas, suelen recolectar votos radicales e independientes. Al nicoleño Ismael Passaglia le hizo jurar el lunes que posarán juntos en los afiches de aquí a octubre.

Cristina Álvarez Rodríguez, Martín Ferré, Guido Lorenzino, Eduardo Aparicio, Alejandro Collia, Alberto de Fazio y Alejandro Granados se dividieron las ocho secciones electorales para un seguimiento diario de necesidades. Scioli trabajará personalmente Mar del Plata, la ciudad a la que dedicó más días de su vida y menos tiempo en la campaña, con resultados magros.

Los anuncios pro-campo que comenzaron esta semana en tandem Nación y Provincia son la última ficha para intentar recuperar algo del voto rural. Y después, cruzar los dedos para que fallen los pronósticos meteorológicos que prevén otro par de grandes tormentas hasta octubre.

Fuente: mdphoy.com / Diario Clarín