“En esta ciudad de 700.000 habitantes, las víctimas de la inseguridad se multiplican y cuesta encontrar un policía en la calle. A la guerra entre bandas que se disputan el territorio para la venta de drogas, que se ha cobrado varias víctimas en ajustes de cuentas, se suma la cada vez mayor violencia en los robos, a la que las autoridades aún no logran encontrarle respuestas” dice el diario La Nación en una extenso artículo que es título de tapa de su edición gráfica de la fecha, y lleva como título “Azotan a Mar del Plata los robos violentos” y lleva la firma del periodista Gustavo Carabajal y material fotográfico de Mauro Rizzi.
Esta ola de violencia, que tuvo su pico con 18 homicidios entre el 25 de marzo y el 11 de mayo, a un promedio de un asesinato cada 60 horas, recrudeció hace diez días, cuando Jorge Mariezcurrena, un almacenero de 51 años, fue asesinado frente a su casa y delante de su esposa, el 8 del actual. Sus cuatro hijos convocaron a una marcha para el próximo viernes para reclamar el esclarecimiento del homicidio y más seguridad.
“Mis padres habían llegado a las 13 a casa. Habían pasado tres días en el sanatorio con mi hermano, que estuvo internado en terapia intensiva. Salieron a hacer un mandado y cuando volvían, dos delincuentes en moto los interceptaron. Mamá les puso la cartera en el piso para que se la llevaran, les daba todo. Pero uno de ellos le disparó a papá. Lo mataron como a un perro. No se resistió e igual le tiraron”, explicó Rocío, una de las hijas del almacenero.
Una hora después del asesinato del comerciante, Rubén Leperq, un remisero de 45 años, fue baleado en una pierna por dos asaltantes que también iban en moto. Leperq relató a LA NACION que estuvo tirado 45 minutos y que, pese a sus gritos de dolor, nadie pidió una ambulancia. Claudio, un compañero suyo en la empresa de remises, lo llevó en su auto al Hospital Interzonal de Agudos.
“Les pedí que se llevaran el auto y la plata, pero no los documentos del auto, que es lo más difícil de recuperar. No me resistí, pero igual me dispararon. Cuando te apuntan con un arma, tenés que hacer lo que «los señores» te ordenan. Estoy vivo de milagro”, dijo a LA NACION.
Durante la recorrida de este enviado por algunos barrios, casi no se vieron móviles patrullando las calles. La mayoría de los vecinos consultados no sufrió un robo, sino dos, tres o hasta diez en los últimos años.
“Estoy embalando la poca mercadería que me dejaron los ladrones. Me decidí: voy a cerrar el negocio. Estoy cansada de los robos. Abrí hace un año y medio, y me asaltaron seis veces. En uno me pegaron mucho. Puse rejas para evitar los asaltos al paso, y me cortaron la persiana o me rompieron la ventana”, dijo, indignada, Patricia Bonnet, mientras atendía detrás de las rejas su casa de artículos de electricidad, en San Juan y Roca.
A una cuadra y media, en un quiosco y librería, Marcelo Portela contó sus padecimientos: “Me asaltaron diez veces en tres años en este negocio. Antes me dedicaba a la distribución de tarjetas de teléfonos y sufrí otros diez. Pero no me queda otra, tengo que seguir porque este local es la fuente de sustento de mi familia. La última vez fue hace dos semanas; me apuntaron, me golpearon, pedían los billetes «grandes». Fue muy violento”.
Sin soluciones
“Acá el problema es que el Estado no reconoce la existencia de los delitos. Es imposible una solución para un flagelo que el gobierno niega. Por eso esconden las estadísticas de los delitos, que son públicas. Presenté tres pedidos en la Procuración para que den a conocer los números de la inseguridad, y todavía no me respondieron. No me contestan porque van a quedar en evidencia que no sólo no previenen los delitos, sino que el índice de esclarecimientos es bajísimo”, sostuvo el vecino Martín Ferrá, abogado penalista.
En este contexto, el Ministerio de Seguridad y Justicia bonaerense decidió el cambio del máximo responsable de los 1200 policías asignados a los patrullajes de la ciudad. El jueves pasado, el comisario mayor Rubén Negretti se convirtió en el quinto jefe departamental en cinco años, al reemplazar a Fabián Perroni.
“En Mar del Plata no hay estructura de seguridad para prevenir el delito. El gobierno provincial no cumplió con el plan de seguridad y no sabemos qué pasa con las denuncias que llegan a las comisarías. Una gran cantidad de denuncias de vecinos nunca llega a los tribunales”, afirmó Alejandra Rubianes, del foro de seguridad.
Uno de los reclamos de los vecinos fue por la demorada instalación de videocámaras. “El sistema de vigilancia a través de cámaras está listo. La demora se debió a que las cámaras se compraron por licitación, y se tuvieron que agotar todas las impugnaciones a las licitaciones para poder avanzar”, explicó el intendente, Gustavo Pulti.
Según Pulti, cuando asumió, en 2007 el municipio invertía $ 300.000 en combustible para los móviles policiales. Hoy, esa partida subió a $ 3.500.000, además de la asignación de diversos recursos al trabajo social en barrios de alta conflictividad.
“Siempre atendí los reclamos de los vecinos. El día que balearon a Leperq me reuní con los conductores y me comprometí a salir con ellos para que me muestren cuáles son las zonas conflictivas. Es un error tomar el problema de la seguridad como un asunto sólo policial. En mi gestión se apuntó a luchar contra la inseguridad desde el costado social y no sólo policial. Se apoyó la seguridad comunitaria”, concluyó el intendente..
El intendente Pulti no puede dar explicaciones despues de cinco años de gobierno.Es responsable principal de la falta de una politica de seguridad integral en la ciudad de Mar del Plata.No se pone al frente del problema,no da la cara,no identifica resonsables,se recluye en la cobertura periodistica del diario La Capital,niegan la realidad.De una vez por todas reflexionemos: este problema tiene responsables políticos que nos deben explicaciones y respuestas.Chuparles las medias al poder por unas obras mas no los exime de señalar los estragos que esta politica nacional y sobre todo provincial esta causando en el tejido social.Pulti no se hace cargo de nada.Indigna el tenor neutro de sus opiniones.