Incansable tejedor, Duhalde intenta ahora tres alianzas para recuperar imagen de ganador luego de que el desmoronamiento del Peronismo Federal lo perjudicara. La primera es con Mario Das Neves como compañero de fórmula. La segunda consistiría en que Felipe Solá acepte ser candidato a Senador Nacional por la provincia y la última, la más difícil, que Jorge Macri sea el compañero de fórmula de Graciela Camaño para la gobernación.
Mauricio Macri sigue priorizando la minimización de los riesgos en la elección porteña, así que duda de la conveniencia de que su apellido, a través de su primo, quede ligado a la suerte del duhaldismo. En este frágil clima de susceptibilidades, el Jefe de Gobierno aprovecharía cualquier excusa para fustigar a Duhalde. Por ejemplo, que haya dos candidatos a gobernar la Ciudad estrechamente ligados al riñón del duhaldismo. Éstos son Carlos Campolongo y Jorge Todesca. “Quieren que el PRO los respalde en Buenos Aires y acá en la Ciudad nos enfrentan”, es el comentario que se escucha en Bolívar 1.
Cuerpo a cuerpo
Volviendo a Buenos Aires, la pelea por los lugares en las listas entre los radicales y los peronistas que siguen a De Narváez es un combate en las trincheras. Los primeros avanzan en nombre de Ricardo Alfonsín, sobre todo en los distritos donde el empresario ganó en el 2009, que en muchos casos son los mismos donde la UCR era antes la primera fuerza. En esta puja es donde se producirían a diario crisis locales. La cuenta es simple: en los municipios grandes, por ejemplo, hay 24 concejales, de los cuales se renuevan 12. El kirchnerismo, en general, obtendría no menos de 4 y Alfonsín-De Narváez y Duhalde 2 cada uno. Pero los radicales se asegurarían uno de los dos, así que a los denarvaístas les queda uno solo. Las presiones aumentan aún más por el hecho de que los dirigentes locales carecen de idealismo. Nadie quiere ser candidato a intendente para ser arrollado por la topadora del FpV. Pero todos quieren, en cambio, una banca en el Consejo Deliberante. En este punto es donde aparecen los hombres de Duhalde y los tientan. En la alianza Alfonsín-De Narváez casi no hay espacios pero en el duhaldismo sobran lugares en las listas y los que quieran pasarse de bando son bienvenidos.
La matemática electoral es muy precisa y no deja lugar para sueños. En cada municipio, los caciques locales del peronismo disidente saben que, si no consiguen concejalías que les proporcionen influencias y recursos, les será muy difícil sobrevivir políticamente al tercer periodo de la era K.
Fuente: El Informador Público