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Los Abad de la vida juegan tiempo de descuento por sus fueros

 

 

 

De manera automática caen desde un Concejo Deliberante a una cámara de diputados de la provincia de Buenos Aires y a la Cámara de Senadores de la Nación, con sus respectivas reelecciones y prácticas nepotistas.

Es la casta en su máxima expresión, la que atropella a ciudadanos que se acaban de expresar recientemente. Maximiliano Abad no tuvo reparo alguno en resaltar que Juntos Por el Cambio debía celebrar el éxito de la coalición de gobierno en General Pueyrredon.

En compañía de Manuel Mosca comenzó su raid político para allanar la territorialidad política del PRO, aún con claras maniobras desestabilizantes.

Mantiene cerrado el local del comité de la UCR lo cual debe ser un síntesis de cómo interpreta su papel de presidente de la UCR de la Provincia de Buenos Aires. Empantanó los resultados del radicalismo bonaerense en 2021 y freezó a todos sus candidatos, negociando su propio acceso en primer lugar como senador nacional de Patricia Bullrich.

Apareció según los diarios Clarín y La Nación como involucrado en la causa de Chocolate Rigau en un modus operandi que también se aplica en el HCD de General Pueyrredon, que es presidido por su esposa Marina Sánchez Herrero, aunque en este caso sólo alcanza a caracterizarse como “Chocolatín”, aparecen nóminas de quienes resultan beneficiados sólo con obra social y vacaciones, el resto es por tarjeta y del mismo banco que en La Plata.

Sus operaciones políticas son una consecuencia de la rosca política que lleva adelante sin tener intención de voto, sin nivel de conocimiento suficiente y a través de armados de estructuras en las cuales utiliza hasta padrones de filiales y peñas de entidades deportivas, que luego vuelca partidariamente en su beneficio.

Con el mismo empeño luego de haber militado la candidatura de Christian Gribaudo, para enfrentar a Ameal y Riquelme, en la actualidad ha pasado a revistar en el oficialismo para dar ahora su apoyo a Riquelme y Ameal que disputan la presidencia de Boca Junior ante Andrés Ibarra y Mauricio Macri, todos envueltos en una colosal pelea donde juega el carácter de socios adherentes y activistas, cuya vigencia y derechos en general que llegan según estimaciones a US$ 15.000.000.-

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