En la Ley de Moisés (Antiguo Testamento), se recogía lo que comúnmente se llamó “Ley del Talión” (en latín Lex Talionis) que se refería a un principio jurídico de justicia retributiva que consagraba la proporcionalidad en el modo y carácter de una pena. Este Principio significaba un nítido avance sobre el principio general del derecho penal de épocas anteriores que desconocían el carácter proporcional que deberían tener las penas correctivas y consagraba así un carácter más reaccionario al permitir, por ejemplo, que al ladrón de un carro con trigo se lo ahorcara en la plaza pública.
El ojo por ojo y diente por diente, no alcanzó sin embargo a contener los avances que en materia de represión a los delitos la humanidad se fue planteando. Fue así que con el correr de los años, los códigos penales fueron abandonando el carácter de pena-venganza y otorgándole a la reparación un contenido más humanístico y de rehabilitación de los penados. Se genero así una política más inclusiva y de alcances más amplios
Sin embargo los recientes sucesos, a lo largo y ancho del país, nos muestran a colectivos de vecinos agrediendo, apaleando y en algunos casos hasta dando muerte a potenciales punguistas o a rateros de todo tipo, indicarían un retroceso en materia punitiva que nos retrotrae a tres milenios de existencia de la humanidad. En realidad estos sucesos son muchos más vengativos que aquellos de la Ley del Talión, porque en cualquier Estado que se precie de tal, no existe la justicia por mano propia. Existe, eso si, la venganza por mano propia y en un estado de derecho consolidado, los ciudadanos que lo realizan no son vengadores justicieros, sino simplemente asesinos calificados. Para justificar que, personas “normales” que diariamente van y vienen a su trabajo en forma pacífica, se transformen en asesinos lapidarios so pretexto de un estado de calentura y locura por no encontrar respuestas sólidas y eficaces a la alarmante cuota de inseguridad cotidiana, un importante sector de la opinión pública y de los medios adhirió a esta postura retrograda. También algunos medios ligados al derecho y algunos profesionales abogados explicaban esta postura y la justificaban diciendo que sólo un porcentaje ínfimo de las personas detenidas llegaban a juicio condenatorio. Asimismo para convalidar esta actitud muchos políticos y referentes sociales hablaban del carácter de puerta giratoria que tiene el sistema penal argentino como consecuencia de la aplicación errónea de ley penal por los jueces del fuero. No debería haber puerta giratoria, ni múltiples reincidencias si se aplicara correctamente el código de Procedimientos penales
Más allá de lo falso de éstos datos, lo cierto es, que las cárceles argentinas y el número de presos que está dentro de ellas crece a un ritmo nueve veces mayor que la población del país. Que el número de detenidos en condiciones de procesados ha crecido vertiginosamente en las últimas décadas y que los segmentos sociales más empobrecidos han sido aquellos más vulnerables desde el punto de vista económico. Por último seria buenos saber que los delitos contra la propiedad tienen mayor cantidad de ejecutores y que el número detenidos en las cárceles federales y provinciales aumentó en los últimos años casi un cuarenta y cuatro por ciento.
Definitivamente justificar y o participar en actos de venganza colectiva no sólo es un acto de cobardía, sino que fundamentalmente significa un claro retroceso a épocas prehistóricas del desarrollo de la humanidad. La inseguridad, como fenómeno multicausal, debe ser combatida en sus múltiples facetas aplicando políticas públicas que conviertan a sus habitantes en personas de bien y no en sujetos vulnerables propios de la época de las cavernas. De así hacerlo “SERÁ JUSTICIA”.
Dr. Eduardo L Andriotti Romanin