Cuando la humanidad descubrió la imprenta, muchas voces y, con razón, vislumbraron un nuevo horizonte de libertad casi infinita gracias a la capacidad de reproducción y amplificación que tenia el nuevo invento. De hecho, la libertad se amplió si bien no hasta el infinito, hasta limites impensables en dicha época.
Cuando los medios audiovisuales, primero con la radio y años después con la televisión, ingresaron al mundo de la vida diaria naturalmente se observo también una amplitud y una extensión del ámbito de la libertad de expresión que el conjunto de la humanidad aplaudía. Sin embargo, estos derechos de prensa y de expresión con raigambre constitucional concurrieron con el devenir de los años, paralelamente y a veces contradictoriamente, con otro derecho – muy propio del capitalismo- como lo es el derecho de la libertad de Empresa. O sea, que el dueño de los diarios, de los canales, de las radios en virtud del sistema económico social vigente tuvo en sus manos un poder de información que a todas luces lo hizo aparecer como el gran protagonista de la Historia Moderna.
Esta lucha entre la libertad de Prensa o Expresión y la libertad de Empresa ha sido un constante histórico y desde entonces hasta nuestros días, ambos derechos mantienen un tensa puja, en un equilibrio débil y no siempre en una situación que deviene, hacia la ampliación de los límites de la libertad. Por el contrario, la historia reciente y actual de la Argentina esta llena de estas situaciones que han derivado en censuras, autocensuras, despidos, prohibiciones, etc, etc. Es en nombre de la libertad de Empresa que se impone un determinado criterio periodístico a un medio impreso o audiovisual y a los que trabajan en él.
La reciente ley de Medios aprobada por amplia mayoría de ambas cámaras tuvo como fundamento romper con esas hegemonías corporativistas y horizontalizar el derecho a todos los ciudadanos a que cuenten con una información y medios pluralistas y objetivos.
Va de suyo que la reciente situación surgida en el ambito de nuestra ciudad con la compra del Diario “El Atlántico” por parte del grupo hegemónico en la ciudad – léase Editorial La Capital y sus adlateres- involucra varios derechos constitucionales. En primer lugar, el derecho que tienen los trabajadores del medio a seguir percibiendo sus salarios y sus modalidades laborales conforme lo han venido haciendo hasta estos días. Ese derecho de los trabajadores es innegociable y debe ser respetado en toda su amplitud.
En segundo lugar, esta el derecho de los nuevos titulares a la búsqueda de formas de explotación que permitan hacer del medio “El Atlantico” un bien rentable y lucrativo. Por eso realizan una inversión que legitima su titularidad del bien de la cual buscan resarcirse.
Pero en tercer lugar, y otorgándole el mismo o mayor rango constitucional que los anteriores derechos, esta el derecho de toda la sociedad marplatense a pedir que la ciudad no termine siendo dominada por un relato hegemónico, uniforme, unilateral que impide a los ciudadanos de nuestra ciudad tener una cabal perspectiva de la situación por la que atravesamos. Este derecho a la información que tenemos los marplatenses hace que, ante el nuevo eslabón conquistado por el multimedio Editorial “La Capital” ,abramos cuando menos un interrogante sobre el destino del mismo, y un estado de alerta que impida la violación al Derecho de estar informados de manera imparcial y ecuánime de todos los ciudadanos, manteniendo un irrestricto respeto por los derechos laborales actuales.
De ser así, Será Justicia
Dr. Eduardo Luis ANDRIOTTI ROMANIN