El rigor periodístico es un esclavo de los tiempos. Una nota es importante en el momento justo. Hoy a las 14.00 quizás la actualidad supere a esta pole histórica del Súper TC 2000. Para quienes todos los domingos seguimos a Christian Ledesma, por todos los circuitos del país, palpamos sus estados de ánimos, sus pilas cargadas o descargadas, sus frustraciones, medidos y nada extravagantes festejos de un triunfo o del 1 en la puerta del TC.
Íntimamente tengo el convencimiento, que buscaste el máximo de tu inspiración y de tu experiencia. Quizás pescando en Mar Chiquita, hayas hecho el laboratorio de la carrera del callejero porteño. Y es así porque te conocemos. Siempre la cátedra del automovilismo sostuvo que lo tuyo era un lo de los autos sin techo, era donde mejor te sentías y rendías. El profesionalismo de la actividad te llevo a las categorías más populares.
“Pensamos en esto toda la vida, estoy muy emocionado y a punto de llorar” brotó de tu ánimo y puso muy felices, a quienes durante tantos años esperamos tus éxitos los domingos al medio día. No vamos a entrar en las disquisiciones técnicas, porque no es nuestra especialidad. Que los turbos, los motores en V, la cilindrada y los neumáticos.
Vamos al hombre arriba del auto, al piloto. Al que encontró la motivación plus de 250.000 personas en un escenario inédito, del que hace 50 años nadie sabía nada. Esta vez la geografía cambió y es cierto no estaba en el globo terráqueo como acertadamente definiste el momento. Las rejillas de ventilación del subte A, no estaba el 100 ni por Cerrito ni por Carlos Pellegrini ni el 8 por la avenida de Mayo, este paisaje necesitaba un fino pintor del magnífico cuadro, circular a 250 km/h y hacer la vuelta de 3.080 metros en un minuto y una decena de segundos. Lo volteaste a todos. Pero eso es parte de la excelencia y la perfección, una demostración clara de que “Muñeca Brava” está vigente, como nunca. A lo más jóvenes, a los que son banca en todas las carreras, fue reencuentro y sacar la cabeza del medio del segundo pelotón, que últimamente te tiene como abonado.
Nada de lo sucedido debe extrañar, y tampoco empañará lo que suceda esta tarde. Mar del Plata, tus amigos, tus anónimos seguidores, la legión de Chevrolet, sintieron el regocijo y por un momento compartieron tu habitáculo. Esta pole es la vigencia, la demostración de que la historia siempre tendrá grabada esta fecha y tu hazaña en un trazado en el que todos arrancaban de cero.
Pero seguro que sobre Buenos Aires no fue un sábado más, como la canción de Chico Novarro, donde el obelisco quiere atrapar a una nube extraña que quiere pasar, fue a unas cuadras donde un loco veía rodar la luna por Callao, que inmortalizó Astor Piazzolla, o la Plaza de Mayo de la Frente Marchita a la que le dio por volver a Joaquín Sabina.
Te quedaste con todo esto. Con las historia y con los duendes que no abandonarán nunca en tu vida y la de tu familia, una jornada de oro. Quizás desde ahora en adelante con esas calles atestadas de autos y colectivos, donde te perfora el estrés, se convierta en tu paseo preferido por el resto de tu vida y la de tus hijos, recordando todo lo que tus retinas vivieron arriba del auto en una demostración única.
Bendición de los autos de la carrera frente a La Catedral, asistencia que se estima en 500.000 personas, un escenario propio dan un marco de espectacular calidad a ese minuto, diez segundos y algunas centésimas, que dejó la imagen congelada de quienes siempre creyeron en vos.
Felicitaciones.
Jorge Elías Gómez
jgomez@mdphoy.com