El arzobispo de La Plata, Víctor Tucho Fernández, se embarcó en una extensa y profunda charla con Marcela Feudale y Matías Lojo, en el aire de Feudale Café, el ciclo mañanero de LA CIELO, en la que se refirió a la nota del diario La Nación que tergiversó sus palabras.
Y manifestó: “De esa manera no se puede hablar seriamente de nada, entramos en un nivel bajísimo de cultura y de debate público”.
“Después de esta nota mía aclaratoria, me empezaron a llover maldiciones de los sectores antivacunas, que dice que debía oponerme a todo tipo de vacunas, y me tratan de ingenuo y pelotudo, incapaz, corto de mente”, dijo entre risas y explicó que a algunos debió bloquearlos por “dignidad personal”.
Por ello, como hombre dedicado a la espiritualidad y la religión, buscó dar una explicación más honda sobre los tiempos que corren, e interpretó que “en parte es un cambio cultural, una decadencia; en parte, las redes han amplificado el problema”.
“En otra época, en el barrio había un jubilado quizás insoportable, que insultaba a todo el mundo, veía todo negro. Nadie le llevaba el apunte; pero ahora tiene las redes sociales, hasta se puede crear un blog, y de ese modo se termina comunicando con un montón de locos desquiciados iguales, y otra gente inocentemente termina leyendo y convenciéndose de un mensaje hipertóxico”, ejemplificó.
“En algún momento tendremos que pensar a dónde nos lleva esto como humanidad, y si hay alguna manera de evitar un deterioro cada vez mayor”, concluyó.
Asimismo, en vísperas de las festividades, Tucho Fernández añadió: “La navidad crea un áurea, un especie de llamado, que lo sienten personas que no tienen fe como una pregunta en el corazón. ¿Cómo estoy viviendo? ¿Para qué estoy viviendo? Tengo que bajar un cambio, ver qué estilo quiero para mí y para mi familia”.
“Y cuando uno reconoce problemas reales, serios, se pregunta cómo los estoy enfrentando y viviendo. A veces uno los puede enfrentar con confianza, con fuerza, con la seguridad de que se puede salir adelante de alguna forma; o los puede enfrentar con un miedo permanente, con una angustia destructora, con darse manija con los otros. Y ese modo interior de cómo uno enfrenta las cosas, lo cambia todo: te enferma o te saca adelante”, expresó.
“Creo que en la navidad todo el mundo siente ese llamado a revisar esto, ¿el cómo está viviendo? Siente el llamado a algún cambio. Pero también la navidad choca con el individualismo. Y hoy una campaña fuerte que fomenta al individualismo como un valor”, agregó.
En ese sentido, señaló que “cuando una ve el pesebre, el mensaje es comunidad”. “Para un cristiano es dios que se hizo hermano nuestro, es un niño. Y que te habla de la dignidad que tiene un ser humano. No me importa si metió la pata, si está preso, si tiene discapacidad, si nació en un barrio pobre: tiene la misma dignidad que yo”, enfatizó.
“Entonces, en algún momento tengo que sentir el llamado para darle una mano para que viva según la dignidad que tiene, como hermano mío. Creo que si uno puede en la navidad darle lugar a estas vocesitas interior que tiene, es posible que el año que viene uno pueda empezar con otro proyecto de vida”, aseguró.
Por último, el arzobispo dejó una recomendación de cara a la víspera de la Nochebuena, y afirmó: “Si uno se mira así mismo en este momento, puede encontrar en su interior nerviosismo, bronca, cansancio, tristeza; pero estoy seguro de que Dios ha sembrado en cada uno de ustedes muchas cosas lindas. Traemos de ser fieles a esas cosas más preciosas que guardamos dentro. Dejemos que vuelvan a florecer; no permitamos que queden sepultadas debajo de tanta angustia. Saquemos lo mejor de nosotros mismos”.
Y agregó: “En familia compartamos un poquito. Estaría bueno que cada uno contara cómo se sintió ese año, qué le hizo sufrir, pero también qué esperanzas tiene, qué sueños. Compartir así en la mesa antes de brindar, se puede convertir en un verdadero festejo de navidad“.